Definitivamente existen motivos para considerar que, si bien no hay fracaso completo, la cumbre entre el ministro Harper y los presidentes Obama y Calderón dejo pendientes los grandes temas de la agenda entre los tres países, ante la generalidad de los acuerdos, que se convierten en meras declaraciones de buena voluntad, sin el aterrizaje concreto para operar acciones en verdad efectivas y a corto plazo.
Una gran parte de la critica hacia esta reunión se basa en el uso mediático para levantar la deteriorada imagen de los gobernantes, donde el primer ministro canadiense esta por ir a las urnas, y el presidente mexicano acaba de ser reprobado por el electorado, ante un mandatario norteamericano cuya popularidad ha descendido.
Los jefes de nación en Estados Unidos, Canadá y México alcanzaron acuerdos generales para preparar a los países ante una nueva oleada de influenza, promover la recuperación de la crisis global, fortalecer la infraestructura transfronteriza, revigorizar la relación comercial con beneficios compartidos, combatir el cambio climático, desmantelar redes delictivas, aumentar la cooperación con Centroamérica y el caribe y apoyar a la OEA en la solución de la crisis en Honduras.
Sin embargo, en los temas que mas apuran a México, en concreto el problema migratorio y la situación de millones de mexicanos en los Estados Unidos, que son perseguidos y expulsados; así como el alto consumo de droga en aquella nación y el criminal tráfico de armas hacia nuestra nación; así como la unilateral decisión canadiense de aplicar Visa para ingresar, poco avance mostraron; de hecho, el escenario montado en tierras jaliscienses, solo sirvió para que Harper como Obama defendieran sus puntos de vista, y ofrecer un tímido discurso de buscar modificar las cosas.
Es obvio que los puntos particulares de la agenda no se iban a tratar de cara a los medios de comunicación y que esos aspectos finos serán conservados en lo oscurito en busca de llegar a un acuerdo. Por ese motivo, la presencia de decenas de secretarios de Estado por las tres naciones, en imagen internacional, en lugar de enviar un mensaje de colaboración y trabajo, evidencia todo lo contrario: un afán mediático por parte de los gobernantes.
Se hubiese querido escuchar de voz del ministro canadiense, que en reciprocidad por la hospitalidad mexicana, se levantaba la visa; que el gobierno norteamericano confiaba en México y sin trabas políticas enviaba el irrisorio recurso del Plan Mérida: sin embargo no fue así: estos temas quedaron para más tarde, con frases que suenan huecas.
martes, 11 de agosto de 2009
Frases huecas
Definitivamente existen motivos para considerar que, si bien no hay fracaso completo, la cumbre entre el ministro Harper y los presidentes Obama y Calderón dejo pendientes los grandes temas de la agenda entre los tres países, ante la generalidad de los acuerdos, que se convierten en meras declaraciones de buena voluntad, sin el aterrizaje concreto para operar acciones en verdad efectivas y a corto plazo.
Una gran parte de la critica hacia esta reunión se basa en el uso mediático para levantar la deteriorada imagen de los gobernantes, donde el primer ministro canadiense esta por ir a las urnas, y el presidente mexicano acaba de ser reprobado por el electorado, ante un mandatario norteamericano cuya popularidad ha descendido.
Los jefes de nación en Estados Unidos, Canadá y México alcanzaron acuerdos generales para preparar a los países ante una nueva oleada de influenza, promover la recuperación de la crisis global, fortalecer la infraestructura transfronteriza, revigorizar la relación comercial con beneficios compartidos, combatir el cambio climático, desmantelar redes delictivas, aumentar la cooperación con Centroamérica y el caribe y apoyar a la OEA en la solución de la crisis en Honduras.
Sin embargo, en los temas que mas apuran a México, en concreto el problema migratorio y la situación de millones de mexicanos en los Estados Unidos, que son perseguidos y expulsados; así como el alto consumo de droga en aquella nación y el criminal tráfico de armas hacia nuestra nación; así como la unilateral decisión canadiense de aplicar Visa para ingresar, poco avance mostraron; de hecho, el escenario montado en tierras jaliscienses, solo sirvió para que Harper como Obama defendieran sus puntos de vista, y ofrecer un tímido discurso de buscar modificar las cosas.
Es obvio que los puntos particulares de la agenda no se iban a tratar de cara a los medios de comunicación y que esos aspectos finos serán conservados en lo oscurito en busca de llegar a un acuerdo. Por ese motivo, la presencia de decenas de secretarios de Estado por las tres naciones, en imagen internacional, en lugar de enviar un mensaje de colaboración y trabajo, evidencia todo lo contrario: un afán mediático por parte de los gobernantes.
Se hubiese querido escuchar de voz del ministro canadiense, que en reciprocidad por la hospitalidad mexicana, se levantaba la visa; que el gobierno norteamericano confiaba en México y sin trabas políticas enviaba el irrisorio recurso del Plan Mérida: sin embargo no fue así: estos temas quedaron para más tarde, con frases que suenan huecas.
Una gran parte de la critica hacia esta reunión se basa en el uso mediático para levantar la deteriorada imagen de los gobernantes, donde el primer ministro canadiense esta por ir a las urnas, y el presidente mexicano acaba de ser reprobado por el electorado, ante un mandatario norteamericano cuya popularidad ha descendido.
Los jefes de nación en Estados Unidos, Canadá y México alcanzaron acuerdos generales para preparar a los países ante una nueva oleada de influenza, promover la recuperación de la crisis global, fortalecer la infraestructura transfronteriza, revigorizar la relación comercial con beneficios compartidos, combatir el cambio climático, desmantelar redes delictivas, aumentar la cooperación con Centroamérica y el caribe y apoyar a la OEA en la solución de la crisis en Honduras.
Sin embargo, en los temas que mas apuran a México, en concreto el problema migratorio y la situación de millones de mexicanos en los Estados Unidos, que son perseguidos y expulsados; así como el alto consumo de droga en aquella nación y el criminal tráfico de armas hacia nuestra nación; así como la unilateral decisión canadiense de aplicar Visa para ingresar, poco avance mostraron; de hecho, el escenario montado en tierras jaliscienses, solo sirvió para que Harper como Obama defendieran sus puntos de vista, y ofrecer un tímido discurso de buscar modificar las cosas.
Es obvio que los puntos particulares de la agenda no se iban a tratar de cara a los medios de comunicación y que esos aspectos finos serán conservados en lo oscurito en busca de llegar a un acuerdo. Por ese motivo, la presencia de decenas de secretarios de Estado por las tres naciones, en imagen internacional, en lugar de enviar un mensaje de colaboración y trabajo, evidencia todo lo contrario: un afán mediático por parte de los gobernantes.
Se hubiese querido escuchar de voz del ministro canadiense, que en reciprocidad por la hospitalidad mexicana, se levantaba la visa; que el gobierno norteamericano confiaba en México y sin trabas políticas enviaba el irrisorio recurso del Plan Mérida: sin embargo no fue así: estos temas quedaron para más tarde, con frases que suenan huecas.
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