Columna de análisis crítico

martes, 5 de abril de 2011

Calderón y su fracasada coalición

El Sí en el Estado de México de los militantes de los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática no fue suficiente para concretar la alianza impulsada desde los Pinos.
Finalmente los grupos radicales impidieron el afán presidencial y precipitaron, de manera accidentada, un final de telenovela que aún no concluye de manera formal y que dejó con un palmo de narices a quienes participaron en la consulta, en una cuestión que seguramente tendrá efectos en las urnas.
Lo más delicado en el análisis posterior es que al recorrer el telón aparece como principal impulsor el Presidente Calderón, asumiendo un papel meta-constitucional, que en teoría habría renunciado, en la sana distancia hacia su partido, pero que ejerce en un doble lenguaje político-electoral.
No habían transcurrido unas horas en que Gustavo Madero y Jesús Ortega, dirigentes nacionales del PAN y PRD, alzaban la mano en señal de triunfo con un Sí contundente a la alianza política antinatural ideológica, cuando los grupos se cerraron hacia el interior de los institutos políticos.
Por un lado Andrés Manuel López Obrador, en una operación estratégica con Marcelo Ebrard, apuntalan a Alejandro Encinas, como su candidato, pese a sus problemas legales de registro, en una postura radical de la izquierda perredista, por el otro la ultraderecha impulsa a uno de sus líderes nacionales Felipe Bravo Mena, eliminando cualquier posibilidad de conciliación bajo la óptica simple de que los extremos no se unen, menos cuando se trata de los extremos radicales.
Obvio es que las propuestas impulsan la polarización en el choque, sin posibilidades de negociación, lo que vino a dar con el traste a la pretendida coalición, en un rotundo fracaso partidista, consecuencia natural, creo, de los problemas internos que ya se deben estar dando para acomodar la distribución de piezas y gobernabilidad en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, donde PRD y PAN co-gobiernan.
Lo lamentable de toda esta situación es que los ciudadanos que creyeron en la coalición y acudieron a las urnas a votar verán con decepción que la política partidista no cambia; que son sujetos de manipulación para apoyar ideas cupulares bajo un pragmatismo electoral inmediatista impulsado desesperadamente desde los Pinos, como lo revela la inocente declaración de la Secretaria Nacional del PAN, después de una reunión convocada urgentemente por el Presidente Calderón.
La coalición es un instrumento de la mercadotecnia electoral muy alejada aún de generar condiciones reales de gobernabilidad y co-gobierno, menos aún con segundas y terceras mayorías no afines ideológicamente.
En una estrategia pragmática, el impulso de la coalición generaba un piso electoral interesante, con cerca de 300 mil votos: expectativa en una solución de conciliaciones y posibles gobernabilidades entre extremos, plataforma necesaria para una coalición hacia el 2012. El mensaje ahora es contrario: hay un desgaste institucional del PRD y PAN que avizora una debacle en las pretensiones aliancistas del próximo año, y un triunfo de las posiciones radicales, que regresa al tablero político mexicano el concepto izquierda-centro-derecha, contra el modelo centro-socialdemocracia, este último conformado momentánea y arficialmente por la izquierda y derecha mexicana, que en común no tienen nada.