Columna de análisis crítico

lunes, 15 de noviembre de 2010

Un revolucionario clave

En apariencia, no debería ser difícil para los historiadores ponerse de acuerdo en relación con la entidad federativa que tenga que ser considerada como Cuna de la Revolución Mexicana, aunque existen varias de ellas que se disputan tal honor.
En Puebla, el 18 de Noviembre de 1910, los hermanos Serdán se enfrentaron a los cuerpos de policía con fines revolucionarios.
Coahuila de Zaragoza pelea también el honor por el inicio de la Revolución, porque es ahí donde vio la luz el presidente Francisco I. Madero, quien escribió en esas tierras “La sucesión presidencial de 1910”.
San Luis Potosí, por el mérito de haber sido sede del Plan de San Luis, escrito durante el arresto momentáneo de Madero por orden de Porfirio Díaz, también pelea la distinción.
Sin embargo, Chihuahua tiene, por orden cronológico, una importancia vital en la Revolución. El 14 de noviembre –cuatro días antes que Puebla- Toribio Ortega encabezó a un grupo de setenta pobladores, desde Cuchillo Parado, para alzarse en contra del régimen porfirista.
Ortega no fue un improvisado en ideas políticas. Si bien era un comerciante dedicado a sus tareas, también lo es que nunca se desentendió de sus responsabilidades ciudadanas, porque desde su regreso a Chihuahua -tras una breve estancia en la ciudad de México- asumió una posición agrarista en contra de los terratenientes Creel y Terrazas.
Fue un permanente adversario del régimen de Porfirio Díaz, presidente del Club antirreeleccionista de Cuchillo Parado, apoyo la fórmula Madero-Vázquez Gómez.
Su intervención en la Revolución no se limito al 14 de noviembre: luchó al lado de Abraham González, bajo las órdenes directas de Pascual Orozco, combatió para tomar Ojinaga y Chihuahua.
En 1912 asume las armas de nuevo para combatir a Orozco quien se había rebelado contra el presidente Madero. Tras la decena trágica reasume las armas al lado de Francisco Villa, teniendo una participación decidida en batallas celebres como la toma de Zacatecas.
Por eso, creo que relativamente es fácil para los historiadores determinar donde inició la Revolución.
Lo difícil será para los diputados federales llegar a un consenso.
Actualmente tres entidades federativas han sido declaradas por sus legislaturas locales como cuna de la revolución: Coahuila, San Luis Potosi y Chihuahua.
Eso no es relevante. Lo importante es atender al juicio de la historia.
La figura de Toribio Ortega se yergue imponente durante seis años de la época revolucionaria, al lado de diversos caudillos claves, desde que tomó las armas, el primero en el país, hasta las célebres batallas junto a Villa.
Seguramente cabalgó al lado de los modernos centauros del norte el pasado catorce de noviembre por las calles polvorosas de Cuchillo Parado. Igual que en su momento, mientras en el centro del país se discutían las cosas, en Chihuahua se actuaba. Ese es y será su mérito.