Columna de análisis crítico

martes, 27 de noviembre de 2012

Riesgo mayor

En un país democrático hay cosas que no debieran suceder, pero suceden. No debería haber noventa mil muertos a consecuencia de una estrategia fallida de contención de la violencia criminal organizada. No debería haber toma violenta de universidades, como ocurre en el Distrito Federal, dentro de una riña de grupos politicos de izquierda en busca de presupuesto. No debería haber paros ni bloqueo por la fuerza de carreteras principales como pasa en Oaxaca para presionar a un gobierno de izquierda a otorgar prebendas indebidas. No debería haber iniciativas preferentes del Presidente de la República en busca de romper la congeladora legislativa, pero así ocurre. No deberíamos gastar tanto dinero en financiar las elecciones para romper con las dudas e histerias colectivas de fraude, pero así ha tenido que suceder. México ha tenido que avanzar por el camino de la construcción de una democracia sui generis. La participación de la ciudadanía a través de la organización colectiva se desborda en ánimo que rebasa los límites de las expresiones señalados en la Constitución, es decir, es común que se violenten el orden y el derecho de terceros. ¿Cual es el limite para que la autoridad adopte medidas que permitan pensar en una actuación legitima? La proporcionalidad de dichas medidas, es una respuesta. Gabino Cue ha tenido que utilizar por un lado la fuerza pública y por el otro la negociación para levantar los bloqueos en Oaxaca; en el Distrito Federal, los granaderos son utilizados como fuerza contenedora ante los disturbios provocados por la pelea entre fuerzas de izquierda. Actualmente para la toma de posesión presidencial se ha tomado como medida de precaución la implementación de un cerco de seguridad común en todas las naciones ante eventos de esta naturaleza, que implica vallas y restricciones en el tránsito masivo de personas. Se ha criticado la decisión preventiva tomada para evitar la llegada de grupos beligerantes a San Lazaro con motivo del acto solemne de protesta del Presidente de la República. ¿Es proporcional la medida ante la amenaza de grupos hostiles por llegar al palacio legislativo a provocar a las fuerzas del orden y dar la noticia mundial de desorden y ausencia de gobernabilidad, golpes, lesionados y abuso de autoridad? La democracia plena, al menos en el apartado instrumental electoral, implica aceptación de los resultados, una vez validados por los órganos jurisdiccionales. La mayoría votó elegir a una autoridad, y por ese motivo debe considerársele con la legitimidad necesaria. Las manifestaciones de fraude o de inconformidad solo son mecanismos para patentizar fuerza de movilización popular como presión. Igual habrá de ocurrir hacia el interior de San Lazaro con las fuerzas políticas: esa manifestación exterior encontrará eco entre diputados y senadores de las fuerzas radicales. ¿Deben permitirse esas manifestaciones? Por supuesto que deben permitirse y además no reprimirse. Tanto en el exterior como en el interior de San Lazaro debe escucharse, con toda su fuerza y claridad, la voz de quienes no están de acuerdo con el actual estado de cosas: todos debemos estar posibilitados de expresarnos y escuchar a quienes se expresan. La colocación de vallas solo son un mecanismo de prevención a escenarios de mayor enfrentamiento y conflicto. La civilidad exige capacidad de razonar y exigir en un ámbito democrático, de tolerancia, de unos y otros. Cuando esa manifestación se convierte en una actitud rijosa y violenta pierde su naturaleza de expresión política y se convierte en una expresión facciosa de uso de poder material que trata de imponer puntos de vista por la fuerza. Esto es lo que ha ocurrido con los grupos de izquierda radical que se alejan de un comportamiento democrático y tolerante. Esto ocurre en Oaxaca y en la Universidad Autónoma del Distrito Federal. La colocación de vallas es proporcional a las amenazas de agresión, es una contención pacifica para evitar un riesgo mayor. Ojalá que la valla, construida con el respeto a protocolos y al cumplimiento de sus responsabilidades legales y constitucionales, por parte de los legisladores en el interior de Palacio Legislativo, también sea efectiva, y fuera de estridencias, manotazos y toma de tribunas, podamos escuchar el debate parlamentario que es fuente y expresión esencial de una democracia.