Columna de análisis crítico

viernes, 10 de diciembre de 2010

Madero presidente

El chihuahuense Gustavo Madero fue electo presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional, con un sello interesante, no era el candidato del presidente Felipe Calderón.
Madero, quien es el segundo chihuahuense en ocupar el cargo –el primero fue Luis Héctor Álvarez en 1987, quien se reeligió por dos períodos- tiene de entrada que superar la dificultad de enfrentar al primer panista del país, quien se inclinaba –e impulsó desde los pinos- a Roberto Gil Zuarth.
La operación implementada desde las diversas secretarías federales fue insuficiente para lograr que los consejeros apoyarán el proyecto de Gil, quien por cierto, de entrada, no cumplía con los requisitos estatutarios para ser electo, específicamente la antigüedad en la militancia y pese a ello fue sostenido en la contienda.
No fueron pocos los consejeros que recibieron llamadas telefónicas, no promoviendo, sino presionando el voto a favor del alfil presidencial. Sin embargo, las llamadas resultaron contraproducentes porque afianzaron la candidatura del oriundo de chihuahua.
Calderón, desde la silla presidencial, una vez más, sucumbió a la tentación de ejercer su autoridad para buscar imponer un líder nacional de su partido, como lo había hecho en la historia reciente con los mal-logrados Cesar Nava Vázquez y Germán Martínez Cazares.
Los escollos aún no terminan para el recién estrenado presidente nacional panista. Madero tendrá que establecer conductos y canales adecuados de comunicación hacia la presidencia de la república, lo cual no se antoja nada fácil, luego de que logró imponerse en la integración de su Comité, pasando por encima de una negociación con Roberto Gil, y por supuesto, la mano presidencial.
Luego entonces se vislumbra una reedición del capítulo protagonizado en los últimos meses de la administración de Manuel Espino, donde la distancia entre Los Pinos y la calle Coyoacán, donde se ubica la sede panista, se amplió de manera considerable hasta llegar a enfrentamientos directos.
Esta línea de trabajo de Gustavo Madero es nada frente a la agenda panista: Elecciones presidenciales en 2012, donde el camino está muy avanzado por el lado del Partido de la Revolución Democrática, con Marcelo Ebrard a la cabeza, y del Revolucionario Institucional con Enrique Peña Nieto, éste último en un posicionamiento electoral claro de ventaja. A estas alturas no se vislumbra un aspirante de la talla de ambos por el lado panista.
Madero deberá conciliar grupos, principalmente el de Los Pinos, para enfrentar batalla, lo cual resulta seriamente complicado.
Por otro lado, los acercamientos de Ebrard con la Iglesia Católica y con las fuerzas económicas conservadoras del país, indican una candidatura en coalición PRD-PAN, sin un panista a la cabeza. Las primeras declaraciones de Jesús Ortega, felicitando a Madero, así lo vislumbran.
Por Encima de todo, Madero deberá demostrar desde la cúspide de dirección partidista que puede lograr consensos con las fuerzas políticas, y no solo de su aliado electoral, por encima de la superficial simpleza presidencial de aplastar al PRI, en un pensamiento autoritario: Madero tendrá que pensar como hombre de Estado, de instituciones, de gobernanza.