Columna de análisis crítico

martes, 25 de febrero de 2014

Censura previa

La censura previa de contenidos periodísticos, literarios, científicos o artísticos, es un tema que no resiste defensa. Es decir, existe consenso de que su realización constituye un acto que atenta contra la libre expresión de las ideas. Si bien es cierto, en función de las categorías de audiencia por edades, el cine y la televisión sufren un detrimento en contenidos, donde la única sanción es su proyección en determinados horarios y con las advertencias de lenguaje soez, desnudos o sexo implícito o explícito, la censura previa ha sido aceptada, con el fin de proteger al público infantil. Desafortunadamente, el internet rompe con cualquier tipo de posible censura por edades de acuerdo a contenidos, quedando la responsabilidad de esto en los propios padres de familia, en el hogar, y en los operadores de los espacios de acceso, como es el caso de las instituciones educativas o los negocios que permiten el acceso a la web. Por supuesto, los mismos editores de internet tienen la obligación de advertir de contenidos no aptos para menores de edad, lo cual al final, es fácil de evadir y no constituye una auténtica barrera de acceso. Esa libertad extrema provoca continuamente la comisión de conductas prohibidas por la ley y que son condenadas por la sociedad. Sin embargo, con las excepciones señaladas -mas el procedimiento de licitud de contenidos emitido por la Secretaría de Gobernación tratándose de impresos, que en el mismo sentido que en la Televisión y Cinematografía, se refiere más que todo a lenguaje y aspectos sexuales- , la censura previa de contenidos es una herramienta de control político. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido el criterio de que este tipo de censura vulnera la libre expresión de las ideas, porque pretende acomodar los contenidos al interés de la facción política en el poder. En ocasiones, antes de intentar la censura con objeto político, el grupo en el poder antepone ciertos argumentos, como por ejemplo, el discurso del odio. Un caso de esta naturaleza ocurre de manera reiterada en la India. La profesora en religión de una Universidad en Chicago, Wendy Doniger escribió The Indus, una historia alternativa. El grupo extremista Shiksha Bachao Andulan Samiti, un movimiento creado para salvar la educación, se opuso al texto por el contenido que cuestionaba la religión oficial. Como consecuencia, los libros fueron destruidos y ya no se editarán más en la India. La editorial Penguin Books tuvo que llegar a este acuerdo. Se alegó que el documento de 800 páginas buscaba denigrar a los Hindues. "El Código Da Vinci" de Dan Brown y "Los Versos Satánicos" de Salman Rushdi, son textos que también han sido censurados en la India. Es cierto que en ocasiones, las personas que profesan una religión se sienten afectadas o dañadas por las afirmaciones, en ocasiones, temerarias y carentes de base científica o histórica; sin embargo, son expresiones que caen por su propio peso. Debe existir un grado de tolerancia. Una de las ventajas del sistema Indio es que es un Tribunal el que conoce de contenidos y determina su publicación. Al menos se garantiza un procedimiento judicial en lo formal, porque en lo material, el Tribunal es sujeto de presiones políticas y religiosas. Sin embargo, el tema de la censura en materia religiosa ha evolucionado hacia la censura en temas políticos y económicos. El libro "El Sari Rojo", de Javier Moro, editado en 2010, fue prohibido: su contenido se centra en la figura de Sonia Ghandi, presidenta del Partido del Congreso y viuda de Rajay Ghandi. Un Tribunal prohibió el documento, por ser una novela que dramatiza la vida de ambos personajes. Se cuestionaba que para los Hindúes el texto era tomado como verdad y no como una ficción literaria. En materia económica han sido prohibidos también otros libros. Dos como ejemplo, uno referido al conglomerado financiero Sahara y uno más centrado en el descenso de Air India. Como se observa, del tema religioso, los tribunales pasan a la censura al tema político y económico: de una censura que podría entenderse por la hegemonía Religiosa Hindu se transfiere al ejercicio del poder político y de negocios. La censura oficial no es la vía de control de contenidos. El periodista y el escritor, tienen un compromiso con sus lectores, de acuerdo al género literario o periodístico practicado. La novela carece de fronteras y es permisiva al extremo. La creación carece de limites. El cartabón, probablemente, sea el contexto social en el cual se escribe, porque al final, el escritor -en lo inmediato- ofrece una obra para un público lector en un espacio y un tiempo determinado. -En lo mediato- El escritor busca que su obra trascienda generacionalmente. Y para ello -lo sabe- debe buscar calidad y Universalidad. En lo inmediato la censura debe evitarse. El contexto social, con una base moral especifica -y en espejo las normas punitivas en materia de honor o licitud de contenidos-, será el regulador de contenidos. En lo periodístico ni se diga. La censura previa es un mecanismo impensable en la actualidad, contraria a los principios del ejercicio cotidiano de la nota informativa, veraz, objetiva, interesante, critica, que contrasta puntos de vista, que otorga el derecho de réplica, en una sociedad democrática, donde la regla debe ser la libre expresión. EN EL TABLERO...Los registros en el Partido Acción Nacional por la presidencia del Comité Directivo Estatal prácticamente están listos...La decisión quedará entre Hector Ortiz y Mario Vazquez...Este último madrugo con las firmas y lleva ventaja...En Juárez algo debe hacerse para controlar el flujo vehicular en la Avenida Manuel Gomez Morin...Los accidentes están a la orden del día...La vialidad sacramento se encuentra intransitable por el grave deterioro en la carpeta de cemento hidráulico, sin que la autoridad municipal ponga atención...