Columna de análisis crítico

miércoles, 2 de marzo de 2011

Una reforma fiscal

Una reforma fiscal es fundamental en el país, porque en ella subyace la posibilidad de encontrar mejores condiciones de vida para la población, beneficiarios finales del federalismo en la distribución de facultades recaudatorias y de los recursos mismos obtenidos por éste mecanismo, como lo sostienen diversos actores políticos en el país, entre ellos Manlio Fabio Beltrones.
Es cierto. Es muy complicado para los políticos asumir decisiones fiscales, cuando hacerlo implica reducir la recaudación, generando un reto mayor en la eficiencia de recursos en su administración, ante una creciente demanda para soportar servicios y obra pública.
Una administración eficiente debe correr ese riesgo.
La reducción del Impuesto al Valor Agregado del 16 al 15 por ciento, con una bonificación directa e inmediata del tres por ciento a los contribuyentes ordenados en el uso de facturación, es una medida que se antoja viable.
La medida implicaría ampliar la base recaudatoria, buscando a aquellos contribuyentes que históricamente han sido omisos en el cumplimiento de sus obligaciones hacendarias, y premiando a quienes han hecho el esfuerzo de conservarse en la economía formal, pese a los golpes de la economía de los últimos treinta años.
El Impuesto Sobre la Renta es otro gravamen que debe ser considerado en la propuesta, para alentar el crecimiento de los servicios y de las empresas, en lugar de castigarlos con tasas que recortan la expectativa de la utilidad.
Revisar los impuestos en sus tasas y mecanismos de compensación es una vía de la reforma fiscal. La otra tiene que ver con la distribución de facultades recaudatorias.
México necesita desprenderse del centralismo fiscal para impulsar el desarrollo de las regiones: que las entidades federativas sean el órgano recaudador de la mayor cantidad de gravámenes para impulsar un auténtico federalismo, donde el gobierno central recibe exclusivamente lo necesario para desarrollar sus funciones, las cuales deben ser reducidas aún más.
Paradójicamente el gobierno federal descentralice facultades, pero no envía a las entidades federativas el recurso para desarrollarlas, y si lo hace es a través de convenios de coordinación con programas etiquetados, que se convierten en camisas de fuerza.
Al final de cuentas, las entidades federativas y los ayuntamientos son el principal contacto con la población, y por ello, tienen que brindar los servicios más cercanos a ella, como seguridad preventiva, recolección de basura, pavimentación, agua, drenaje, educación, salud, entre otras muchas.
Al ser los responsables de los servicios que dan vida a las comunidades, es lógico que sean también responsables de recaudar los impuestos necesarios para cumplir eficientemente con sus responsabilidades, lo cual no ocurre en nuestro país.
Por ese motivo es necesario pensar de una vez por todas en una auténtica reforma fiscal que beneficie en última instancia a los ciudadanos, a través de una retribución en servicios de calidad a cambio de sus contribuciones al fisco.
EN EL TABLERO…El Club Primera Plana llevó a cabo la develación del busto del maestro periodista Federico Barrera Fuentes, en las instalaciones de Casa Coahuila, en el Distrito Federal…Felicidades al presidente del Club, Raúl Gómez Espinoza, por el atinado esfuerzo de reconocimiento entre pares…