La política es el arte de lograr y permanecer en el poder a como dé lugar, sin hacer caso a la moral o a cualquiera de los valores que en ella sean pregonados.
Para la política la moral es un árbol de moras.
Lamentable definición esta de la política, pero realista, cuando se había construido en México a lo largo de los años un estado democrático de derecho funcional, bajo una definición idealista de dicho concepto.
En esta última concepción de la política nacen las democracias, sistemas de gobierno imperfectos, al permitir la mayor libertad posible aún con el yugo de un pacto social obligatorio producto de la organización social, en donde todos cedemos parte de nuestra libertad en aras del interés común.
Esa imperfección llega a tal grado que permite incluso que
un populista llegue al poder y utilice esa vía democrática para construir el
país de un solo hombre, una dictadura, como ocurrió en Venezuela y está en vías
de ocurrir en México.
En la dictadura el Estado exige la cesión de todas las libertades.
Venezuela es una dictadura porque no se permite el disenso ni los contrapesos. La camarilla que gobierna con Nicolas Maduro esta apoderada de los tres poderes,
el Ejecutivo, el Judicial y el Legislativo; no hay división de poderes, hay
unión de poderes en un solo hombre.
Eso es lo que acaba de hacer Andrés Manuel con la reforma
constitucional que acabó con el Poder Judicial, para apropiarse de la función
jurisdiccional.
Al hacerlo acaba de destruir el único dique que tenía el
exacerbado poder presidencial que ha venido edificando.
A partir de la entrada en vigor de dicha reforma, se acabó
la independencia del poder judicial y con ella, podemos sepultar al México que
hasta ahora hemos conocido.
Lo anterior, porque el ansía de poder es insaciable, inagotable; ya no le alcanza el tiempo a AMLO, pero su sucesora, continuará contra todas las instituciones que representen aunque sea un pequeño dique ideológico en contra de la implantación de un régimen totalitario.
Profundizarán su ataque a la educación pública, desterrando
cualquier elemento científico; acabaran con las Universidades, colonizaran los
sindicatos, etc.
Si era, al final de cuentas, un peligro para México.
Todos los sectores sociales serán afectados, no habrá
ninguno que se salve de este cambio de sistema político.
Ni el ejército, que ahora colabora entusiastamente con la
4T, quedará intacto, partiendo de la premisa de que van por todo, como ya quedó
demostrado.
Dentro de muy pocos años, al paso que caminan, no habrá México, ni de nombre; llegará la República de Macuspana, al remedo de país que tendremos.