Columna de análisis crítico

sábado, 29 de octubre de 2011

Espejismo tramposo

La Fundación Rio Arronte es una institución filantrópica dedicada a financiar proyectos de tipo social, educativo y cultural. Esta Fundación tiene colaboradores de gran talento, pero sobre todo compromiso.
Ariosto Genel Garcia trabaja para dicha Fundación. Actualmente está dedicado a generar proyectos desde la sociedad civil articulando políticas públicas en materia de atención a las adicciones. Recientemente participó con una interesante charla a invitación de Raúl Gómez, Director de la Revista Proyección Económica, en la sede de la Lotería Nacional en la ciudad de México.
Las adicciones constituyen un problema de gran envergadura que amenaza con salirse de control y tocar piso. Aún y cuando algunas personas piensen que ya tocamos fondo, creo que aún no ocurre esto, y eso es lo terrible. El argumento es simple: tocar fondo significa que ya no podemos caer más, pero en adicciones aún podemos tener un problema mayor.
En el 2000 había 570 mil adictos. Ocho años después la cifra es de un millón doscientos mil. Datos conservadores pero alarmantes. Estamos hablando del 1 por ciento de la población y casi del diez por ciento de los habitantes del Distrito Federal, haciendo una comparación. Es grave en verdad el asunto.
Pero aún más delicado. El dato anterior corresponde a las drogas ilícitas. Pero resulta que las drogas licitas matan a más gente que las ilícitas. El alcohol y el tabaco matan a unas sesenta mil personas al año, y nadie se escandaliza: siete de cada diez accidentes son provocados por el alcohol.
En Mexico hay un enfoque de combate al narcotráfico. Decir adicciones es decir igual que delincuencia organizada. Y no es tan sencillo. Hablar de adicciones es hablar de un problema de salud y de educación, pero sobre todo, de participación de la sociedad. La persecución de los delincuentes solo es una faceta de la solución del problema.
Hay que construir un sistema de redes para articular esfuerzos. En el 2009 hubo un intento de 39 instituciones que se reunieron para proponer la renovación de las políticas públicas para la atención de las adicciones: fortalecer a la dependencia federal encargada de atender las adicciones, modificar el modelo persecutorio por un modelo preventivo, fortalecer una cultura de reinserción social, entre otras cuestiones.
No lo podemos negar. Se dan los primeros pasos. Se crea a nivel nacional una Comisión y se articulan esfuerzos con las entidades federativas y la sociedad civil. Pero aún es tímida la posición federal en la materia, ya que los recursos económicos resultan insuficientes.
La sociedad y ciertos sectores oficiales ven con recelo y desde un punto de vista criminal a los adictos, sin pensar en que son producto de una sociedad mercantilizada, liberal, consumista, carente de valores y oportunidades.
Ellos, las personas con esta enfermedad, constituyen un caldo de cultivo para una generación útil al crimen organizado, espejismo tramposo y criminal, que desecha a lo mejor de la sociedad: los jóvenes, una juventud que merece una oportunidad como ocurrió con la ampliación sustancial en espacios de educación superior recientemente en Chihuahua.