Columna de análisis crítico

martes, 6 de junio de 2017

Instrumento de libertad


Mi más sentido pésame al colega editorialista Sergio Armendáriz Royval por el deceso de su señora esposa Doña Luz Olga Molina. Descanse en paz.

La tarea de buscar, recibir y difundir información, dentro de la libre expresión de las ideas, se realiza profesionalmente por los periodistas y comunicadores.
Para desempeñar tales funciones no se requiere autorización especial de ninguna autoridad. Hoy más que nunca: un ciudadano común que publica en las redes sociales se convierte materialmente en periodista de manera espontánea y temporal.
La diferencia es que el periodista y el comunicador hacen de esta actividad de buscar, recibir y difundir, su actividad de vida, de manera permanente. Son reconocidos como periodistas por esa labor continua, tanto por sus pares como por la sociedad, y dentro de ella, por supuesto, la autoridad.
El periodista y el comunicador difunden información y la interpretan: encuentran en ella las condiciones causales y sus efectos: no son meros correos informativos, son contextualizadores de la realidad, para ofrecer al público lector aquellos ángulos informativos que los ojos ciudadanos no alcanzan a visualizar.
Son instrumento crítico del acontecer cotidiano, particularmente del ejercicio del poder, función importantísima en una democracia, porque equilibra fuerzas y controla los excesos del gobernante.
El periodista lo es por su función material y formal: material porque busca, recibe y difunde información y formal por el canal que utiliza para propagarlo, que es un medio de comunicación, con características de continuidad y permanencia, bajo géneros periodísticos establecidos.
El periodista lo es, no por obsequio de la autoridad formal o por reconocimiento de sus pares, al contrario: la patente de periodista ni sus atributos -como por ejemplo imparcialidad o veracidad- deben ser censura de la autoridad- no cursa por la Secretaría de Educación Pública del gobierno del Estado o la Federación: ese es reconocimiento formal de estudios, que habla de su actualización y formación profesional: pero es un exceso llegar a pensar en que será el poder político quien autorice profesionalmente la actividad periodística, porque rompe con su esencia, que es la libertad.
El reconocimiento de la actividad periodística de la autoridad o del resto de la comunidad que ejerce dicha profesión, deviene de que el periodista cumple con sus funciones cotidiana y permanentemente: lo hace con ética buscando informar con imparcialidad y objetividad: interpreta y escruta en los hechos.
Por ello, en su punto ocho, la Declaración de Chapultepec prohibe la colegiación o incorporación gremial obligatoria de los periodistas. Textual señala que: "El carácter colegiado de periodistas, su incorporación a asociaciones profesionales o gremiales y la afiliación de  los medios de comunicación  a cámaras empresariales, deben ser estrictamente voluntarios".
Del mismo modo, con posterioridad a Chapultepec, la Declaración de principios sobre libertad de expresión emitida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, se refiere a lo mismo en su principio seis, donde señala que "... La  colegiación  obligatoria  o  la  exigencia  de  títulos  para  el  ejercicio  de la  actividad  periodística,  constituyen  una  restricción  ilegítima  a  la  libertad  de expresión.  La  actividad  periodística  debe  regirse  por  conductas  éticas,  las  cuales en ningún caso pueden ser impuestas por los Estados".
Como se observa, por un lado se refiere a los pares periodistas: ni entre ellos puede existir una estructura que diga quien es periodista y quien no lo es. Y por el otro, no es dable a la autoridad arrogarse el derecho de otorgar permisos para realizar la actividad periodística.
Es decir, la actividad periodística, buscar, recibir y difundir información, es parte esencial de la libertad de expresión, y por lo tanto es libre. 
No debe ser atada por requisitos de autoridad o del gremio, porque ello redunda en un ataque a la libre expresión de las ideas, atenta contra el principio de libertad.
El ser periodista, ¿está peleado con la organización gremial o la superación profesional, o inclusive, con la actualización continúa y permanente del profesional del periodismo y la comunicación?
No, no lo está, sin duda. Pero debe ser voluntaria. Ningún periodista puede ser obligado a la colegiación o reunión gremial.
Pero, ¿No resulta necesario impulsar el crecimiento ético y profesional de la actividad periodística? Eso no se pone en tela de duda. Es clave hacerlo para propugnar por el crecimiento técnico y ético de la actividad, con una visión de compromiso social y colectivo, pero siempre bajo la premisa de respetar el carácter voluntario.
Actualmente existe una intentona por obligar a la colegiación de los periodistas. Se trata de un afán en el cual subyace una flagrante violación, no solo a la declaración de Chapultepec, sino a los principios sobre libertad de expresión y a la misma Convención Interamericana de Derechos Humanos, y por esto último, solo por esta razón, resulta inconstitucional, por ser México firmante de dicho Tratado Internacional.
Pero más que la evidente ilegalidad de la pretensión, constituye un ataque directo en busca de controlar la función periodística, afán permanente de los poderes formales y fácticos, que ven en la prensa, de forma lamentable, un conducto de propaganda y manipulación, y no un instrumento de libertad.