Columna de análisis crítico

martes, 7 de febrero de 2012

Dispersión y pobreza

El tiempo ha permitido establecer con claridad que en Chihuahua la población de la zona serrana sobrevive a una de las más terribles sequías sin suicidios o migración masiva hacia las ciudades.
La mentira de que se habrían suicidado cincuenta indígenas por hambre, cayó por su propio peso cuando las cámaras de televisión nacional arribaron a las regiones señaladas sin encontrar alguna base que apuntalará una emergencia humanitaria que de manera irresponsable se propalo y que se comparó incluso con algunas tragedias como las que se han vivido en regiones de África.
Lo que en chihuahua se vive es la ausencia de lluvias que han reducido de manera severa el hato ganadero y que han evitado la siembra de temporal, principal mecanismo de sobrevivencia de la población en zonas rurales de la región serrana compuesta por veinte municipios.
En el 2011 se tuvo una precipitación pluvial de 12 mil 398 milímetros, la más baja en cincuenta años.
Las personas que habitan estas regiones viven de la producción para el autoconsumo. Habitan miles de comunidades con menos de cien habitantes. Se encuentran aisladas en lo más recóndito de la sierra.
Para darnos una idea, la entidad tiene 247 mil 87 kilómetros cuadrados de extensión, un promedio de 14 habitantes por kilometro cuadrado en total. La dispersión es aún mayor en ese tercio de territorio serrano: seis personas por kilometro cuadrado aproximadamente.
Mientras que en las localidades de menos de 2 mil 500 habitantes vive el 15.5% del total de la población del estado, en el otro extremo, en las localidades de 100 mil a menos de 500 mil habitantes reside el 6.5%, y en las de más de 500 mil lo hace el 63.2 por ciento.
Los municipios con mayor número de este tipo de localidades son Guachochi con 1 mil 134; Guadalupe y Calvo con 1 mil 086, Urique con 857 y Bocoyna con 505.
De esta manera, unas 528 mil personas habitan en localidades pequeñas y recónditas, están ubicadas en un tercio de la extensión territorial del estado, que es la sierra, lo cual dificulta cualquier tipo de desarrollo e incluso de ayuda, mucha de la cual, emergente, debe llegar por helicóptero.
La situación de marginación y pobreza en que se encuentran estas localidades afecta a población indígena y mestiza. Ambos enfrentan la ausencia de lluvia y por supuesto deben continuar recibiendo ayuda emergente.
La afectación no solo es de Chihuahua. La ausencia de lluvias o el exceso de estas en el país han agudizado la pobreza alimentaria. Se requiere ayuda extraordinaria por encima del recurso ya presupuestado. Por eso se solicitaron diez mil millones que en un principio el gobierno federal rechazó y luego dijo que eran más de 30 mil: ojalá se trate de recurso adicional a los programas ya proyectados, de lo contrario solo se abrirá un hoyo para tapar otro.