Columna de análisis crítico

lunes, 16 de febrero de 2015

Órganos de propaganda

La oportunidad es un elemento indispensable del periodismo moderno, obligación del medio de comunicación y derecho de las audiencias que esperan contar con información oportuna para conformarse una opinión.

Tan indispensable es la oportunidad, que los mismos medios de comunicación que incumplen con ella en su contenido, se ven rebasados por el resto de los medios que encuentran en este atributo la diferenciación indispensable frente al resto de sus competidores en el mercado informativo.

Es cierto que la misma Constitución mexicana señala como derecho de las personas acceder a la información de manera oportuna, con mayor precisión en su artículo sexto, sin embargo, más que atender a esta obligación, que sería difícil de sancionar en su incumplimiento por lo equivoco del término, el periodista y el medio de comunicación atienden más que todo a la fuerza de su compromiso ético y a la natural competencia existente en ese mercado.

Sería un exceso de intervención del Estado inventar un catalogo administrativo, civil o penal para castigar la ausencia de oportunidad en la información publicada en medios de comunicación, porque, ¿cómo sería esto? ¿Una noticia de ayer dejó de ser oportuna? o, ¿una noticia ya difundida en radio, televisión o Internet, dejó de ser oportuna para la prensa escrita? Aún más: ¿una noticia de ayer ya no puede ser discutida en espacios editoriales o mesas de discusión, como el extinto Tercer Grado, que analizaba temas de la semana?

La respuesta se encuentra en que los temas jamás dejan de ser oportunos para su discusión, cuando el periodista a través del medio de comunicación encuentra un ángulo novedoso, oportuno: de esta manera, una noticia de hace ya varios años recobra notoriedad cuando se vincula a un personaje actual, o sale a la luz un dato que jamás se discutió o ventiló.

Mucho del secreto de la oportunidad de los temas periodísticos se encuentra en la creatividad del periodista, en busca de presentar al lector, mediante la investigación, una nueva visión, con base en la profundidad del análisis. Esta es una apuesta, por ejemplo, para el periodismo semanal o mensual, que mediante un equipo de expertos periodistas retoma los temas olvidados por los medios masivos de comunicación, como periódicos, televisión, radio o Internet, y los coloca de nuevo en el escenario periodístico.

Un medio de comunicación que se olvida de la oportunidad en sus contenidos, pierde terreno valioso frente a otras empresas que si lo atienden, porque los lectores con su pensamiento crítico y la velocidad de la información, perciben cuando se enfrentan a una información retrasada: la sanción ante ello no es otra que dejar de adquirir, observar o escuchar al medio de comunicación responsable, con la consecuente afectación en circulación y su impacto publicitario.


Es cierto que cuando hablamos de oportunidad, siguiendo al diccionario de la Real Academia Española, hablamos de coyuntura, conveniencia de tiempo y lugar, y cuando nos referimos a lo oportuno, es aquello que se hace o sucede en tiempo y a propósito, y cuando conviene; es decir, de la información que acaba de ocurrir, que es reciente, y que sin perder tiempo el periodista a través del medio la transmite.

Resulta ajena a la oportunidad periodística el aprovechamiento de coyunturas o la planeación a propósito de la información, en la cual subyace un interés político o económico, o de cualquier otra naturaleza, más allá del interés periodístico por transmitir información con motivo de fechas o acontecimientos cíclicos.

Un periodismo ético jamás se presta al juego político para sancionar rivales o evidenciar fallas, haciendo eco a posiciones ajenas a la información oportuna, necesaria para conformar opinión crítica, indispensable en la construcción de un Estado democrático: un medio de comunicación que se coloca en ese papel adquiere un matiz de mero órgano de propaganda: contrario a ello debe ser un foro a donde concurren –y chocan- las diversas opiniones e ideologías.

Por ello un periodismo ético y profesional, cuando recibe información de interés para la comunidad, sin dilación debe publicarla, previa confirmación a través de diversas fuentes, y el obligado contraste o derecho de réplica, evaluando el mayor o menor beneficio de transmitir el dato atendiendo el derecho inalienable de las audiencias por acceder a la información.