Columna de análisis crítico

martes, 12 de febrero de 2013

Debilidad humana

Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, se acogió al derecho canónico, específicamente al artículo 332 para renunciar, por pérdida de vigor físico y espiritual, a su cargo de jefe del Estado Vaticano, cabeza del Ministerio de San Pedro. Hecho inédito. En 1294 con Celestino V y posteriormente con Gregorio XII en 1415, últimos sucesores petrinos en renunciar, en un contexto histórico de una lucha intestina en la Iglesia, con varios Papas disputando el Trono de San Pedro y la amenaza musulmana sobre la cristiandad, la situación de Benedicto XVI es similar: una iglesia modernista en crisis, que pierde aceleradamente adeptos, agobiada por los escándalos sexuales y la renuncia cotidiana de sacerdotes y líderes eclesiásticos. Curiosamente, el anuncio de la abdicación Papal ocurre en el consistorio donde se autoriza la canonización de 800 mártires italianos que murieron por negarse a renunciar a su fe durante la invasión otomana en Otranto, en 1480, un pequeño pueblo itálico, donde se exaltó la naturaleza del sacrificio por Cristo hasta la muerte misma. Por eso se critica la renuncia y los argumentos esgrimidos. Para el actual cardenal de Cracovia, Stanislao Dziwicz, un Papa lo es tal desde el momento en que lo eligen y hasta la muerte. Secretario del papa Karol Wojtyla, Juan Pablo II, recuerda sus palabras: "De la cruz no se baja" y "en la Iglesia no hay lugar para un Papa emérito". Ya antes el Papa había adelantado su decisión. En una amplia charla con Peter Sewald, un periodista alemán, el año pasado, había confiado en que "Uno puede renunciar en un momento pacífico, o cuando uno simplemente no puede seguir. Si un Papa claramente ve que ya no es capaz física, psicológica y espiritualmente de manejar los deberes de su función, entonces tiene el derecho y, bajo algunas circunstancias, también la obligación de renunciar", argumentos que meses después, antier, leyó en latín ante Cardenales y un pequeño público. Dijo el Papa en aquel entonces, en una extensa entrevista, que el momento de renunciar era cuando no hubiere peligro. "Cuando el peligro es grande uno no debe huir". Actualmente nadie puede negar la ausencia de peligro. No sólo a nivel mundial ocurre una crisis social y económica, sino moral y de valores. El relativismo al cual se refirió en diversas y múltiples ocasiones Benedicto XVI carcome las bases de la convivencia. Mediante ese relativismo se justifica el desorden: crimen organizado, corrupción, libertinaje, inequidad en la distribución de la riqueza, liberalismo y consumismo exacerbado: las guerras están a la puerta de la esquina, hoy más que nunca el mundo, por su crisis, requiere líderes con un gran compromiso, auténticos y heroicos. Al renunciar, Celestino V citó "razones legítimas de humildad y la debilidad de mi cuerpo" para buscar "los consuelos de mi vida pasada y la tranquilidad perdida"; hoy, Benedicto XVI, 719 años después, también en latín, justificó: "Mis fuerzas, debido a una avanzada edad, ya no son aptas para un ejercicio adecuado del Ministerio Petrino". "...el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que en los últimos meses ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado". El tiempo develara las razones de fondo de la renuncia. Uno de los altos funcionarios del Vaticano, Federico Lombardi, dio en el clavo al argumentar la legitimidad de la renuncia: con ella el Papa concibe el Papado como un "gran testimonio de libertad espiritual". Para el filósofo de izquierda Massimo Cacciari, "la renuncia es la verdadera innovación, la verdadera novedad de Benedicto XVI, quien con su decisión abre un camino nuevo: indicó claramente que el papado es un servicio y no un poder". Por tanto, ¿será que el papado, el Trono de San Pedro, es una decisión personal lisa y llana sujeta a la debilidad humana? Si esto es así, ¿donde queda el hilo divino?