Columna de análisis crítico

lunes, 22 de diciembre de 2014

Compromiso social

"Al punto mismo se dejó ver con el Ángel un ejército numeroso de la milicia celestial, alabando á Dios, y diciendo: Gloria a Dios en lo más alto de los cielos, y paz en la tierra á los hombres de buena voluntad". San Lucas, I, 13-14.

Los medios de comunicación masiva deben éticamente responder en sus contenidos a un compromiso social, que busque mejorar la vida en sociedad. Se mejora esa vida en sociedad impulsando conductas que fortalezcan la convivencia y el desenvolvimiento de las mismas personas en todas sus vertientes, en la política, la cultura, la educación, la religión o crecimiento espiritual, entre otras.

Una forma de cumplir con el compromiso social que tienen los medios de comunicación con la sociedad es inculcando un pensamiento crítico hacia la cosa pública: entre otras situaciones, que las personas comprendan que la organización política es un instrumento, un medio, para alcanzar bienestar social e individual: que el Estado no es un fin en sí mismo, y que por lo tanto, no debe sacrificarse a la población en beneficio de un Estado o organización estadual que lastima o vulnera a los mismos individuos, directa o indirectamente. Esta es una de tantas líneas de pensamiento que podrían y deberían abordarse continuamente en los medios de comunicación.

En cuanto a cultura y educación, son catapulta para el desarrollo del pensamiento crítico, que impulsado desde un medio de comunicación, permite el desarrollo de las individualidades y propugna por la cohesión social. Por ello, todo medio de comunicación debe incluir en sus contenidos expresiones culturales en cualquiera de sus artes, cine, artes plásticas, literatura, que propicie un enriquecimiento artístico de las personas, y con ello la adquisición de un pensamiento universal, centrado en la admiración y deleite por las expresiones de la belleza, de lo bello, fin último de las artes.

Es cierto que al propiciar el crecimiento político, cultural y educativo, los medios de comunicación ayudan a que el hombre -como género- crezca espiritualmente. Es indudable. Sin embargo, secciones especializadas en religión o filosofía, permiten a los lectores, radioescuchas o televidentes, el acercamiento a aspectos profundos de su esencia, que lo llevan a cuestionamientos internos de su formación, del actuar y "el cómo deber actuar", que le permiten, en una dialéctica continua, examinarse y crecer como persona, ser humano e integrante responsable de un cuerpo social.

Si un medio de comunicación se aleja de su compromiso social y utiliza sus contenidos simplemente para la obtención de lucro, ya sea a través de la circulación o la publicidad, poco, si es que nada, aporta al fortalecimiento de la sociedad, máxime cuando utiliza como estrategia mercadológica imágenes o textos pornográficos con sexo implícito o explícito, aderezados con la exhibición de violencia extrema. En este caso, no solo deja de aportar para el desarrollo armónico de la sociedad, sino que incentiva conductas individuales contrarias, factor altamente disociativo, nocivo para la sociedad.

Creo que el Estado no debe ser el regulador de contenidos de los medios de comunicación, porque tiende al capricho y al contentillo del funcionario en turno, auténtica cooptación a la libre expresión de las ideas. Sin embargo, tampoco creo que el mercado sea el mejor regulador, porque las grandes masas son fácilmente manipulables: pan y circo: diversión y entretenimiento en la clandestinidad de la masificación. Este es el incentivo que ha permitido a los grandes y pequeños medios vivir de los contenidos sexuales y violentos. Tienen muchos lectores, radioescuchas y televidentes. Pero al final, poco aportan al compromiso social que tienen como mass media.

Al final, debe ser una posición ética de los medios de comunicación la que regule a los contenidos, particularmente a los medios impresos, ya que la radio y televisión por ser concesiones públicas obedecen a una mayor reglamentación Estatal, se supone, en beneficio de la formación y desarrollo adecuado de los niños y jóvenes, y los grupos étnicos, entre otros sectores, que requieren protección especial.

Los medios impresos deben contar -y aplicar- un código de ética que los aleje de la tentación del fácil lucro mediante la exhibición de contenidos pornográficos e imágenes de violencia extrema. El Estado y los empresarios no deberían anunciarse en este tipo de medios, porque con ello están propiciando contenidos que a la vez detonan conductas que nada aportan a la cohesión del tejido social, denigran a la persona al utilizar a la mujer como objeto sexual y propician afectaciones con su exposición al desarrollo normal de nuestros niños y niñas.

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