Dice bien Marcelo Ebrard cuando habla que es necesario impulsar un cambio en la forma de gobernar. La cuestión es que repite los patrones que critica, corregidos y aumentados, con el fin de obtener un posicionamiento para superar a su principal contrincante en la búsqueda de la candidatura presidencial perredista: Andrés Manuel López Obrador.
El jefe del gobierno del distrito federal ha empeñado sus esfuerzos en realizar presencia nacional aprovechando el escenario electoral guerrerense, donde el próximo domingo se juega la gubernatura, en una reñida competencia entre dos priístas, uno militante y otro renegado.
Es obvio que el afán protagónico evade el cumplimiento de las normas electorales federales que impiden que las figuras públicas se anticipen a los comicios promoviendo sus aspiraciones, y por supuesto, su figura, en un hábil marketing político que luego cuestionan en sus adversarios.
Es muy difícil demostrar que el titular del ejecutivo en el gobierno del distrito federal violenta estrictamente la ley con el uso de recursos públicos para lograr sus propósitos políticos, sin embargo tácitamente lo hace, en la discusión añeja de los límites entre la función pública y privada de los servidores públicos.
La norma electoral ha caminado hacia un rigorismo que se convierte en aprobación no escrita de las conductas como las que despliega el responsable del gobierno capitalino, cuya trascendencia desborda la elección domestica de guerrero y que se proyecta hacia el 2012, y donde el Instituto Federal Electoral se mira ausente.
Mientras Andrés Manuel López Obrador conserva una posición de trabajo soterrado con organizaciones y la base de la izquierda nacional, Marcelo Ebrard aprovecha su posición para apropiarse anticipadamente de la candidatura, guiando la selección de candidato en el Estado de México, haciéndose acompañar de la dirigencia nacional de su partido, en un acompañamiento que habla de espaldarazos y decisiones consumadas.
En guerrero anuncia que los programas del Distrito Federal serán impulsados en aquella entidad, acciones que significan un alivio social para las clases más desprotegidas, pero que han sido usadas de manera populista en un sentido pragmático y electorero.
Es cierto, las cosas deben cambiar. La forma de hacer política y gobierno.
El problema es que el jefe de gobierno del distrito federal no contribuye a ello con sus acciones, en un asunto de incongruencia política y afanes anticipados.