Columna de análisis crítico

martes, 18 de junio de 2013

Incapacidad política

Los partidos políticos son instituciones de interés público por su gran importancia en el ejercicio de gobierno y la necesaria gobernanza durante el mismo. Están integrados por ciudadanos que desean organizarse para participar, a través de la vía electoral, en la conformación de gobierno, y de esta manera, llevar a cabo los postulados ideológicos que se plantean. Una vez en el gobierno, los partidos politicos dejan de interactuar -en teoría- con los servidores públicos electos, toda vez que convertido en gobierno, el representante partidista debe gobernar sin distingo alguno en beneficio de la sociedad entera y no sólo del grupo que lo impulso o bien que lo llevo al poder. Es cierto que el funcionario electo tenía una plataforma electoral y compromisos partidistas, pero en una democracia debe marcarse una distancia entre partido y gobierno. La confusión en este sentido puede llevar a autoritarismos ideológicos y abuso de poder. La discusión que actualmente sostiene en su interior el Partido Acción Nacional por el control de la coordinación parlamentaria en el Senado -con un presupuesto de 200 millones de pesos al año-, plantea la distancia que debe existir entre el servidor público y el partido y hasta donde, este último, desde sus estatutos, puede pretender controlar a los senadores de la república aún y cuando sean emanados de sus siglas. ¿En qué momento un senador de la República deja de obedecer la consigna del partido y cuando puede determinar su propia ruta? ¿Debe haber una sana coordinación de senadores con sus partidos o una subordinación a los mismos? Es evidente que existe un proceso no sólo legal sino político de acomodo entre las fuerzas partidistas. Los grupos en el poder dentro del Partido Acción Nacional disputan la hegemonía tras la derrota electoral de 2012, que les arrebató la Presidencia de la República. El proceso político de acomodo no es otra cosa que negociación legítima en el ejercicio del poder, situación que no ha sido posible ante la incapacidad política de las cabezas de grupo -Gustavo Madero y Ernesto Cordero- para encontrar cauces institucionales para dirimir sus diferencias. Esa incapacidad de construir puentes de consenso le impide al Partido Acción Nacional caminar sobre la consolidación de una auténtica oferta de gobierno, la cual no es ni será posible si los mismos integrantes del partido carecen de posibilidades reales de ponerse de acuerdo. La destitución de Cordero, la auditoría tan llevada a su gestión, la persecución contra Zavala, y, apenas ayer, el vacío que evitó quórum en la reunión de Comité Ejecutivo Nacional, son una muestra de ello. Los partidos políticos, y el PAN no es ajeno, tienen que encontrar caminos políticos, amén de la ruta reglamentaria y sancionadora, para ofrecerse como auténticas opciones de gobierno. Sancionar, excluir, es la ruta cómoda, la otra, la del consenso y acuerdos, es más compleja, pero de mayor éxito a largo plazo. Desafortunadamente para el PAN, tras los éxitos electorales del 2000 y 2006 ha entrado en una franca caída en su gobernabilidad interna: le afecto ser gobierno, por la ausencia de madurez política de su clase dirigente, con un expresidente exiliado en Estados Unidos, Fox encapsulado en Guanajuato y con fuertes escaramuzas que poco aportan, en términos generales, a la consolidación de un sistema electoral de partidos, y a la necesaria credibilidad en estas instituciones. http://robertopinon.blogspot.mx/