Columna de análisis crítico

lunes, 22 de mayo de 2017

Perverso trato


Las medidas reactivas adoptadas para proteger a los periodistas no servirán de mucho, si no se adoptan protocolos preventivos que fortalezcan la seguridad en la cobertura de sucesos de alto riesgo para los comunicadores. 

“Los medios de comunicación y los periodistas no deben ser objeto de discriminaciones o favores en razón de lo que escriban o digan”.Este es el sexto principio de la Declaración de Chapultepec. 
Se trata de un principio relevante, en función de que se enlaza con la publicidad oficial y el tratamiento que se recibe por parte del sector público en cualquier área, como por ejemplo el fiscal, en sus tres niveles, Federal, Estatal o Municipal.
Es decir, la razón de ser de los medios de comunicación y su ejercicio periodístico, es la crítica hacia los poderes formales y fácticos.
No puede entenderse otro tipo de periodismo sino éste, porque un periodismo proclive al poder, se convierte en instrumento de propaganda, de manipulación de la opinión pública.
A veces se piensa que con la publicidad se compra el contenido de la información en los medios de comunicación. Nada más erróneo: la adquisición de publicidad permite al sector público o privado presentar sus productos o servicios ante el mercado de compradores.
La publicidad y los contenidos llevan –o deben llevar- tratamientos distintos: las empresas periodísticas por lo común dividen estas dos funciones en áreas separadas, para evitar la contaminación de una y otra.
Incluso algunos medios de comunicación cuentan con una gerencia administrativa que desarrolla las funciones de manejo de personal, recursos materiales y financieros, así como la política y ejercicio directo de la publicidad.
Las funciones de información las desempeña un director editorial que controla el proceso informativo, a los reporteros, editores y fotógrafos.
Por otro lado, la publicidad es un instrumento financiero del medio de comunicación que le permite cubrir los gastos de elaboración y distribución del medio de comunicación. Es un servicio que fortalece el libre mercado.
Cada uno de los suscriptores o compradores del medio de comunicación, un periódico, una revista, o bien radio escuchas o televidentes, sin olvidar cibernautas, son posibles compradores del producto difundido. Por esa difusión el cliente paga un precio y recibe el servicio.
Sin embargo muchas veces se piensa que al comprar publicidad se esta adquiriendo el contenido del medio de comunicación. Eso es falso.
El contenido informativo debe tener una serie de atributos que le permiten gozar de credibilidad ante los lectores. Por ejemplo, veracidad, oportunidad, imparcialidad, independencia, pluralidad, profundidad y sentido crítico.
Todos estos elementos son esenciales a la información periodística. Sin ellos, el medio de comunicación se convierte en un simple instrumento de propaganda.
¿Cómo se controla que el medio de comunicación cumpla con ellos?
Son dos los principales instrumentos de control: la ética profesional del periodista y los lectores, radio escuchas, televidentes o cibernautas.
La ética es una herramienta valiosa que concita en el periodista la responsabilidad personal, propia, frente a la distorsión y la manipulación.
Los lectores son el principal indicador de que estos principios se cumplen, porque son el respaldo real del medio de comunicación: se accede a la información porque se confía en ella.
Ahora bien, esa información no puede quedarse en la superficialidad de transmitir el hecho. El periodista va más allá: acude a los géneros periodísticos como la entrevista, el reportaje, la crónica, la columna o el editorial, para profundizar, buscar la información que trasciende.
Una información periodística de esta naturaleza no puede ser comprada por la publicidad: siempre se resiste a ello.
Ante este ideal periodístico, la Declaración Chapultepec advierte: el contenido de la información no puede provocar discriminación ni trato favorable: por que esto constituye una violación a la libertad de expresión.
Los poderes formales y fácticos no pueden condicionar el contenido de los medios de comunicación a la publicidad. Y si lo hacen, el contexto democrático de la sociedad sufre, porque se mutila el quehacer fundamental del periodista.
En ese momento, la autoridad pervierte al Cuarto Poder y lo transforma en un instrumento de manipulación que maneja a placer y capricho, situación que no puede ni debe ser tolerada ni auspiciada. Es un inadmisible perverso trato.

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