Es un mecanismo adecuado de las administraciones públicas entregar reconocimientos para estimular en la sociedad el cumplimiento de los más altos valores de compromiso comunitario y social.
Para un ciudadano, recibir una condecoración del ayuntamiento, por reconocerse en su persona méritos sobresalientes, es motivo de orgullo, pero además, compromiso por continuar aportando en la construcción de un México cada día más justo y equilibrado.
Juan Antonio Lavín, alcalde de Córdoba, Veracruz, no se equivocó al llevar a Cabildo, en ese bello palacio Municipal, la propuesta para que el nombre de Macarita Elizondo Gasperín, quedará impreso en letras doradas.
Macarita es una abogada prestigiada, especialista en materia electoral. Destacó por su desempeño en una magistratura regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y actualmente ocupa el único espacio que la mujer tiene en el Consejo General del Instituto Federal Electoral.
Ha sido una defensora de la equidad de género, pero por encima de ello, ha buscado prevalecer en sus participaciones una contienda electoral que amplíe la participación democrática de la ciudadanía, en la más completa libertad.
Su formación jurisdiccional la lleva a convertirse, sin duda, en el pilar procedimental del órgano electoral federal, en una suerte de conciencia del más completo apego a la legalidad, en una materia que se ve presionada constantemente por los más diversos intereses políticos, por cierto, no todos ellos legítimos.
Macarita no es ajena a Chihuahua. Ha pisado esta tierra en varias ocasiones donde ha compartido sus conocimientos con el foro de abogados.
En una de sus primeras visitas me tocó en suerte atenderla en un programa de radio universitario, acompañada del maestro José de Jesús Gudiño Pelayo, quien concedió una de las pocas charlas en radio. Hablamos del derecho y la justicia, y como ésta debía prevalecer.
Ese es el pensamiento de ella, una mujer de una sola pieza, una doctora en Derecho, merecedora en la UNAM de la medalla de plata “Gabino Barreda”, al mérito educativo, quien representa uno de los activos más importantes de la democracia en nuestro país, a partir de diciembre, con su nombre en letras doradas en su natal Córdoba, Veracruz.
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