Columna de análisis crítico

martes, 15 de febrero de 2011

Equivocaciones

Las decisiones equivocadas, con tinte mediático, ocupadas por la administración federal en el caso de Florence Cassez, detenida como integrante de un grupo de secuestradores, han dado pie a una crisis diplomática con el gobierno Francés de Nicolás Sarcozi.
Cassez, una joven francesa, de acuerdo al expediente judicial, cuidaba de las personas secuestradas en unas cabañas localizadas en la parte trasera de la lujosa casa de su novio, Israel Vallarta, líder de la banda del Zodiaco.
Ella fue identificada por su voz por una madre y su hijo de once años, así como por otro de los presuntos integrantes de la banda.
El día de la detención de Cassez y su novio, la policía montó para televisión su captura, con fines mediáticos.
Esta decisión es utilizada para la defensa de la ciudadana francesa, apoyada por la retractación del presunto integrante de la banda así como la fragilidad de las declaraciones de las víctimas de secuestro, quienes tienen como evidencia solo haber escuchado las voces y haber visto las manos de Florence.
Nicolás Sarcozi ha aprovechado esta situación para iniciar una batalla política internacional, primero por la vía diplomática y posteriormente, amenazando con llevarla al plano económico bilateral.
Incluso el asunto fue tratado en una reunión con el presidente Calderón.
El caso forma parte de una estrategia del presidente Francés para envolver en una estela de humo su situación mediática y judicial complicada en su país, donde se le acusa de conductas inapropiadas con jovencitas menores de edad.
El presidente Francés desconoce que en México el secuestro es un tema sumamente sensible. Que el número de víctimas ha aumentado considerablemente gracias a la impunidad con la cual el crimen organizado ha expandido su actividad de las drogas a este ilícito.
Las víctimas de secuestro son tratadas de manera miserable, torturadas, mutiladas, sin comida ni agua, expuestas a todo tipo de vejaciones y abusos.
Por eso las leyes mexicanas han incrementado las penalidades para sancionar severamente el secuestro.
Es un equívoco del presidente Sarkozi lastimar las relaciones bilaterales por un asunto de esta naturaleza, porque no es genuino: subyace una utilidad política domestica en él, aprovechándose de un error provocado por la inclinación natural del gobierno calderonista hacia el mayor aprovechamiento mediático de los asuntos públicos.
Cassez agotó sus defensas jurídicas en el caso. Recientemente se resolvió el juicio de amparo, procedimiento inédito de protección contra violación a garantías individuales: antes seguramente apeló a la sentencia, y también utilizó otras ventajas licitas para defenderse, siéndole negadas de conformidad y apego al derecho.
Las víctimas de secuestro no tienen ninguna garantía. Son privadas no solo de su libertad, sino de su dignidad: dejan de ser personas y terriblemente son convertidas en un instrumento de cambio, de valor, con el único propósito de obtener dinero.
Libertad y dignidad que irónicamente son la base del pensamiento político francés.

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