martes, 19 de junio de 2012
Desesperación mesiánica
Por supuesto que en estas elecciones México se juega un modelo de país. No se discute que dentro de este modelo debe considerarse como pilar la democracia, pensada en todos los ámbitos, el aspecto social, económico y político.
Una democracia donde todos los pensamientos tengan cabida, en función de una tolerancia que desde el ejercicio del poder se convierte en la principal política pública. La autoridad en todos los niveles de gobierno debe ser la principal responsable de asumir una política de tolerancia y congruencia.
Por ese motivo resulta incongruente que un aspirante presidencial como Andrés Manuel López busque la presidencia mediante un método electoral democrático y asuma posiciones antidemocráticas y anti-tolerantes.
Andrés Manuel se ha destacado y diferenciado: utiliza la retórica para tender la mano pero al mismo tiempo amenaza, intimida, augura ajustes, cacerías, denuncia de manera estridente, asume acciones de gobierno imposibles de cumplir, demagogo.
Dice el candidato presidencial que todo esta mal y hay que refundar el país, que todo es corrupto y en perjuicio del pueblo, cuando el mismo es producto de las instituciones que en mexico se han construido a lo largo de los años, mediante una visión de largo aliento.
Propone reducir presupuestos en 300.000 millones. Coloca fotos al revés en debates. Los cálculos no le salen. Vende espejitos en una sociedad golpeada por el desempleo, la inseguridad, y a quienes no se los compran los llama masoquistas, como buen poseedor de la verdad absoluta.
Pide a sus asesores buscar dinero a como de lugar: se organiza una cena donde se piden seis millones de dólares, hay una grabación testigo de ello, viola las leyes electorales de manera impune y luego con desfachatez se deslinda: dice: yo no sabia nada. Soy ajeno. Mientras Creel, Bodino y su prospecto a la Secretaría de Energía, Adolfo Hellmund, salen ilesos y las redes sociales callan, como ocurre en este momento con el ex delegado perredista de Tlahuac, Rubén Escamilla, hoy candidato a diputado federal, cuya grabación en You Tube lo muestra en practicas sexuales a cambio de una cuestión laboral con una subordinada.
Anticorrupción es una de las principales banderas de Andrés Manuel y lo debe ser para todos. Una política pública permanente. Pero ante los hechos, ¿donde queda Andrés Manuel? Solo silencio, en una táctica mercadológica igual a la asumida cuando el coordinador de campaña, en desfachatez e incongruencia, asume que Andrés Manuel solo acudirá a foros estudiantiles cuidados, para evitar un 132 ¿Donde esta entonces la congruencia?
El ultimo destello mercadológico del candidato perredista es mostrarse como triunfador. Así se presenta de manera irresponsable en los spots de radio y televisión que el IFE le permite transmitir, en una mas de sus incongruencias.
Aun no hay votación y se dice ganador. ¿Si ya ganó, que estamos haciendo entonces con las elecciones?
La verdad es que un análisis de las encuestas lo ubica muy por debajo de Enrique Peña Nieto. En promedio son ocho o nueve puntos. No lo dice solo Mitofsky, sino diversas casas encuestadoras: Excélsior, Organización Editorial Mexicana, Milenio, el Universal,UnoTv. Solo reforma otorgó una diferencia de cuatro puntos hasta el 31 de mayo, situación que ya modificó después del segundo debate: la diferencia es de doce puntos al 19 de junio. Por eso es obvia la nueva estrategia del candidato presidencial perredista.
Andrés Manuel esta muy desesperado. Por eso asume y agudiza las posiciones mesiánicas de verdad absoluta, y de estridencia mediática. El problema es que alienta a sus seguidores a una batalla política post-electoral riesgosa, de nueva cuenta genera un clima de desasosiego e incertidumbre, genera temor, angustia, en una estrategia perversa de oratoria.
Asume de antemano en los hechos, que no admitirá una derrota y anticipa Reforma con sus bloqueos y todo. Sabe que es su ultima oportunidad, por el momento.
En seis años tal vez podrá ser buen candidato, con una dosis de mayor humildad y menos protagonismo megalómano. Ojalá.
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