El derecho de las
audiencias incluye un catalogo de buenas intenciones con cargo a los
concesionarios y la vigilancia de las distintas instancias de gobierno, desde
la Secretaría de Gobernación, hasta el mismo Instituto de Telecomunicaciones o el denominado
defensor de las audiencias, que deberá ser instituido por los operadores de radio y televisión.
Dentro de estas garantías en beneficio de las audiencias se encuentra, como
responsabilidad de los concesionarios, "recibir programación que incluya diferentes géneros que respondan a la expresión de la diversidad y pluralidad de ideas y opiniones que
fortalezcan la vida democrática de la
sociedad".
Este es el texto del
numeral II, del artículo 251 de la Ley
Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, esa misma que aún
es dictamen solo autorizado por el Senado y que se encuentra por entrar a
discusión y aprobación en la Cámara de Diputados.
¿Cómo debemos entender este numeral?
Primero que nada, se señala que es obligación
de los concesionarios recibir la programación, como ya dijimos, con sentido de diversidad y pluralidad. Es así, luego entonces, que existe la posibilidad de que cualquier
productor independiente acuda a las estaciones de radio y televisión y presente sus propuestas de programación. Deberán cuidarse los
radiodifusores y las televisoras del pretexto con el cual le dirán que no a la difusión
de dicha programación.
Esgrimirán algún argumento técnico de calidad audiovisual. Del contenido poco podrán señalar, ya que de
acuerdo a su clasificación podrá ser transmitido en algún
horario durante el día o la noche, salvo
que de plano violente la normatividad existente en la materia, que al final
termina siendo laxa y permisiva, en aras de proteger al máximo la libre expresión
de las ideas.
Lo novedoso es que quienes
prestan el servicio público de
radiodifusión están obligados a recibir esa programación. Es cierto que existe producción independiente de calidad y diversidad, por parte de productores
privados y públicos, sobre todo
del área académica de las universidades de educación superior. Ellos tendrán
una oportunidad para solicitar que sus producciones sean pautadas. Es
necesario, en congruencia con la posibilidad legal de transmisión de dichas producciones, que el sector público canalice mayores recursos que alienten la creatividad en
radio y televisión independiente o
académica. Es una lástima que por el momento los recursos sean exiguos o inexistentes
tanto en el ámbito federal como
local
Ahora bien, esa programación que deben recibir debe ser de diferente "género", por lo cual debe entenderse, en términos técnicos como género televisivo o de radio, es decir, programas culturales,
deportivos, novelas, no sé. La multiplicidad
de géneros que pudiesen existir. También debe incluir la acepción género como equidad
de sexos, temáticas femeninas y
masculinas dentro de la programación.
Y luego, el apartado político, que estas programaciones representen diversidad de ideas y
opiniones que fortalezcan la vida democrática. O sea que también
podemos incluir propuestas de programación de opinión.
Este rubro de los derechos
de las audiencias es bastante ideal. Lo cierto es que los concesionarios tratarán de cumplir con él
señalando que dentro de sus barras de
programación ya existe
pluralidad y diversidad de géneros, ideas y
opiniones. Por lo que, las nuevas propuestas que pudieran hacerse, podrán esperar y dormir el sueño de los justos.
Estoy convencido de que
muchas radiodifusoras abrirán sus espacios a
esta nueva posibilidad y podrán ser conducto de
lo que puede ser un relanzamiento de los espacios de entretenimiento y cultura
en los sistemas audiovisuales de radio comunicación. Los primeros en hacerlo bien pueden ser los medios públicos y sociales. La resistencia, obvio, será del apartado comercial o privado. Esperemos que no sea esta la
reacción.
Veremos a la Secretaría de Gobernación y al Instituto
Federal de Telecomunicaciones en el ejercicio de su obligación de tutelar esta garantía de las audiencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario