martes, 10 de enero de 2017
Propaganda burda
Una de las funciones primordiales del periodismo es la interpretación y crítica de la realidad social. Lo que Salvador Borrego entiende como periodismo trascendente.
Un periodismo que se anticipa a los hechos políticos, económicos, culturales, religiosos y de cualquier naturaleza o especialidad que entraña el intrincado mundo social.
Esa anticipación permite adelantar fenómenos, pronóstico viable de un adivinador basado en el empirismo de su actividad: por ejemplo, si los acuerdos antes no funcionaron, ¿por que ahora habrán de dar buenos resultados?, crítica que columnistas, y editorialistas hacen al Presidente Peña Nieto por su afamado nuevo Pacto.
Pero el periodista no solo realiza ejercicios de prospectiva, también los hace de retrospectiva: agudo, desmenuza los acontecimientos con una óptica de analista social inmejorable. ¿Por que Javier Corral no invitó a la jerarquía eclesiástica -por ejemplo al Arzobispo Constancio Miranda, al encuentro con sectores para analizar el gasolinazo, y sí en su lugar convocó a un sacerdote vinculado con las causas sociales en la sierra de Chihuahua?
En ese análisis del hecho social, el profesional de la comunicación hace crítica, en señalamientos necesarios e indispensables para incentivar y consolidar el imprescindible discernimiento comunal.
Sin duda, el estudio agudo de la realidad social es una de las principales aportaciones del periodismo al fortalecimiento del pensamiento democrático.
Es más, es la libertad de expresión, particularmente el ejercicio del periodismo, uno de los pilares constructores de la democracia.
Es cierto que en esa crítica difícilmente el periodista puede ser objetivo. Lo impide, para empezar su naturaleza humana y la construcción social de su ser. Un periodista no puede desprenderse de esas categorías que determinan su pensamiento, y por ello, son el cristal con el que visualiza la realidad.
Sin embargo, pese a ello, el periodista busca la objetividad. Alejarse de la superficialidad en el análisis, buscar tocar la mayoría de elementos para ello, encontrar el dato duro y diferenciarlo del aspecto coyuntural, demagógico, falaz. Estudiar todos los puntos de vista y luego formular su opinión para, a su vez, intentar formar opinión pública.
El lector sabrá descubrir en los escritos si el periodista tiene una tendencia marcada para favorecer un punto de vista: podrá determinar si faltan argumentos o si estos no corresponden a la idea central.
Obvio todo este fenómeno de interpretación de la realidad social acontece en el escenario estricto de los géneros periodísticos de opinión, el editorial y la columna. En ocasiones encontrará matices en la crónica, el reportaje o la entrevista, pero estos últimos géneros tienen, sin duda, una prevalencia donde esta ausente la interpretación. La noticia será, entonces, el género donde este vedada la interpretación subjetiva de los sucesos, en busca de ser reflejo estricto de la realidad -aunque se cuestionen los encabezados, sumarios o balazos que en ocasiones se muestran híbridos.
Dada la naturaleza de ambos aspectos del periodismo, la noticia y los géneros opinativos, se cuestiona hasta donde es necesaria la independencia de factores de poder, como esencia indispensable para ejercerlos.
Idealmente se exige esa independencia. La publicidad o los arreglos comerciales con los factores de poder no deben influir la línea editorial. Sin embargo en la realidad no ocurre así. Los medios de comunicación son presionados para alinear su contenido editorial al interés de la publicidad.
Los medios de comunicación no deben ceder porque luego entonces se vicia la interpretación de la realidad social que realizan, al matizarla con los diversos intereses.
Una interpretación social viciada por intereses económicos, al final, es propaganda burda del factor en el poder patrocinante. Una propaganda que tiene como objetivo posicionar la imagen de gobierno en turno o del poder fáctico correspondiente.
Por ello la independencia es un elemento indispensable del periodismo crítico. La publicidad es una necesidad empresarial para obtener ingresos y sostener la empresa.
En ese sentido, la publicidad debe construirse mediante una mezcla de contratantes sin que predomine alguno de ellos, ni oficial, ni empresarial ni de ningún otro tipo.
Los medios patrocinados por un solo factor de poder constituyen, irremediablemente, un simple instrumento de propaganda, que nada aporta a la construcción de un pensamiento democrático, plural y crítico.
http://robertopinon.blogspot.mx
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