Columna de análisis crítico

viernes, 30 de octubre de 2009

Rasgado de vestiduras

Todos los contribuyentes estamos obligados a pagar impuestos de acuerdo al marco jurídico aplicable. La cuestión es que no todos tienen la posibilidad de realizar ingeniería fiscal para eludir, que no evadir el pago de impuestos.
La elusión es un mecanismo muy antiguo que le permite a las personas físicas y morales gestionar la devolución de pagos a la secretaría de hacienda.
Si a esto se suma la figura de la consolidación fiscal, es obvio que el fisco termina regresándole dinero a las empresas.
No son, por lo tanto, éstas quienes están mal, sino el sistema fiscal mismo.
Por ese motivo, el reclamo presidencial parece fuera de tono, pero además desproporcionado.
Fuera de tono, porque no es él quien debe abrir un nuevo frente con sus aliados del sector privado, al hacerlo solo se coloca en una situación de mayor desprotección y debilita la figura presidencial, que en estos momentos requerimos sea fuerte para enfrentar las decisiones difíciles que se deben adoptar.
Es desproporcionada, porque el sector empresarial no es el responsable de la falta de capacidad del sistema fiscal para recaudar los impuestos, ni tampoco es responsable de la crisis económica, la coyuntural y la permanente, que vivimos los mexicanos. Son parte del problema, pero no recae en ellos toda la responsabilidad.
Pero además, al agregar a sus comentarios el reproche de que el sector empresarial pide ajuste al gasto corriente, cuando son ellos quienes eluden millonariamente al fisco, y por tanto, no jalan parejo, aunque sea verdad, es un arrebato innecesario: los dos aspectos son verdades irrefutables, que deben enfrentarse: la reducción al gasto corriente y la eliminación o reducción de grietas que permiten la elusión.
Creo que la posibilidad de que las empresas, mediante una eficiente ingeniería fiscal, accedan a incentivos fiscales, no es del todo terrible, lo que resulta condenable es que no eludan, sino evadan el pago de impuestos, incurriendo en delitos de tipo fiscal, lo que en algunos casos, estoy seguro se configura y debe atenderse con prontitud, atendiendo a una política fiscal, no más agresiva, o persecutora, sino más puntual y meticulosa por parte de la federación, pero sobre todo, donde el señor presidente y el señor secretario abandonen la estrategia del rasgado de vestiduras y el señalamiento de responsables, antes de asumir ellos mismos los costos.

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