El sistema electoral mexicano es un modelo complejo por la multiplicidad de candados para garantizar que cada voto cuente y se cuente.
Esa complejidad tiene un costo, que en términos reales es bastante bajo en comparación con la afectación que en el mercado de divisas tiene una situación de o inestabilidad política.
Esto es: el sistema electoral ha soportado el vendaval político provocado por una diferencia de punto cincuenta y tres en una elección presidencial con éxito.
Si la gente no salió a la calle a manifestarse masivamente fue porque existe confianza en los resultados: los electores los consideramos legítimos, aún cuando pudiésemos no estar de acuerdo con ellos.
Esa legitimidad proviene precisamente del largo enunciado de candados establecidos, desde la credencial de elector y las boletas con sus medidas de seguridad, hasta la conformación ciudadana de las mesas receptoras de votos y la integración plural de los organismos municipales, distritales, estatales y federales.
El ciudadano advierte, en alguno de los elementos, la posibilidad creíble de legitimidad. Incluso alguien pudiese pensar en la revisión de una autoridad distinta, fuera de las entidades federativas, como la característica indispensable de imparcialidad.
Por ese motivo, la renovación de cada órgano es fundamental para generar confianza, como en este caso ocurre con el consejo general del Instituto Federal Electoral.
Se habla de establecer la transparencia como elemento indispensable de legitimidad en la elección de consejeros. Creo que es cierto, es importante que así sea: que la renovación ocurra de cara a la sociedad, para que luego no se rompan acuerdos por simples caprichos, y –en su caso- todos seamos testigos de ello.
Pero me parece más importante el acuerdo de los actores políticos, porque al final de cuentas son ellos quienes deben acatar las determinaciones adoptadas de conformidad con el orden legal y constitucional vigente.
De nada sirve que haya transparencia si los consejeros designados no generan confianza en los actores o si estos, los consejeros, olvidan que forman parte de un órgano en esencia político, que requiere cierta flexibilidad para enfrentar los retos que plantea el alto nivel de competencia existente en la disputa por el poder.
La flexibilidad en decisiones que generan gobernabilidad, en el marco e imperio de la ley, puede resolver una situación de crisis en una democracia. Por ello el análisis de los próximos consejeros no es tan simple como un examen de conocimientos o el mayor nivel académico; ambos son elementos necesarios e indiscutibles, pero no deben ser los únicos: debe ponderarse el mayor consenso, la experiencia y el perfil para enfrentar situaciones de alta presión.
Nada fácil la decisión.
EN EL TABLERO…Felicidades a Teodoro Rentería Arroyave, amigo y líder moral del periodismo en México, por la continuidad en la presentación de su libro “Mi vida son mis amigos” por el territorio nacional, en esta ocasión Chiapas, acompañado por nuestra dirigente nacional Hilda Luisa Valdemar y el siempre distinguido compañero José Antonio Calcaneo…
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