Durante el año pasado los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática construyeron un acercamiento político y mediático que llevó a pensar en una alianza electoral en el Estado de México.
El principio del fin inició cuando se realizaron modificaciones electorales que eliminaron la posibilidad de candidatura común en la elección de gobernador, con lo cual la única opción, la coalición, no resultaba atractiva, por sus limitaciones en relación principalmente al uso de recursos económicos y a la aparición en la boleta de un solo emblema conformado por los dos signos partidistas.
Aún así, los partidos decidieron consultar a la población mexiquense simpatizante de ambos institutos, y no obstante la opinión mayoritaria hacia el sí, las cúpulas decidieron caminar por separado, distanciados por sus grupos internos radicales que insistían en Alejandro Encinas y Felipe Bravo Mena, personajes identificados, el primero con Andrés Manuel López Obrador, y el segundo, con el Yunque: grupos confrontados en el pasado reciente en la elección “peligrosa” del 2006.
Las preferencias electorales, previo al registro y aprobación del mismo por parte del Instituto Electoral del Estado de México, le otorgan a Eruviel Avila, el aspirante priísta, una clara y distante ventaja sobre Encinas y Bravo, que seguramente se acortará, pero es sumamente difícil que se revierta debido a la solidez del voto duro priísta, con el ingrediente de la atención nacional por considerarse la natural antesala de la contienda presidencial del 2012 y un tiro de calentamiento entre los principales protagonistas.
La división del voto en dos tercios para Eruviel y el resto para los aspirantes opositores, ha provocado en éstos un agudizamiento de las diferencias, a grado tal, que privilegiando el órgano electoral la garantía ciudadana de postulación, por encima de las suspicacias surgidas en relación con la residencia efectiva de Alejandro Encinas, la representación del PAN en la voz de Francisco Garate, anticipó un recurso de inconformidad por no aceptar el dictamen.
El PAN sabe lo que quiere. Desea ir por los votos del PRD en la contienda, conocedor de que en estos momentos el único candidato posicionado es Alejandro Encinas. Además es necesario acrecentar, a cualquier costo, la presencia mediática del aspirante panista.
Se basa el alegato del PAN en que Alejandro Encinas, pese a los documentos que presentó, incluyendo su credencial de elector y una carta de residencia, no cumple con la residencia efectiva de cinco años como vecino del Estado de México.
Le reclama incluso el uso de documentos diversos para acreditar residencia en el Distrito Federal para buscar otros cargos de elección popular, ciudad donde hasta diciembre del 2006 fue jefe de gobierno en sustitución de Andrés Manuel López Obrador.
Encinas fue funcionario federal en administraciones priístas, luego integrante del gabinete con Andrés Manuel, a quien sustituye luego de su derrota en el Estado de México en 2003, fecha en que se le dio por buena su residencia, documento que ocho años después le sirve aún de soporte ante el órgano electoral local, al no existir dictamen distinto por parte de algún tribunal.
Estando en segundo y tercer lugar en las preferencias, es obvio que la estrategia de Bravo Mena será marcar diferencia por lo pronto con Alejandro Encinas, y posteriormente con Eruviel Avila. La cuestión es que solo son 45 días y las preferencias electorales están muy marcadas.
El saldo pudiese ser, únicamente, ahondar la diferencia y el distanciamiento entre PAN y PRD, anticipando de antemano la ruptura del idilio electoral hacia 2012.
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