Chihuahua, y en especifico, Juárez, se convirtieron en el epicentro de las demandas de reforma nacional en materia económica, política y de seguridad pública, bajo un esquema de movilización de grupos ciudadanos y de izquierda, bajo la figura del poeta Javier Sicilia.
Las presiones, en síntesis, buscan legítimamente generar reformas estructurales que permitan una mayor justicia, seguridad, distribución equitativa de la riqueza y la rendición de cuentas hacia servidores públicos federales, que desde la perspectiva de los integrantes de la marcha, no han cumplido con sus responsabilidades.
Una de las principales aportaciones de la manifestación es sin duda el llamado a la conciencia social hacia estos temas torales, que no deben quedar en el análisis superficial de la exigencia de renuncias o el simplismo del retiro del ejército a los cuarteles.
Esa conciencia social convertida en instrumento de reorientación de las políticas públicas se constituye en la principal ruta de solución a la crisis de seguridad que vive el país, partiendo de la base de que la solución somos todos desde nuestro entorno, en una recuperación de valores, si se quiere simplemente ciudadanos, que reconstruya el andamiaje social, en la actualidad severamente lesionado y erosionado.
No es la autoridad la única responsable de lo que ocurre en el país. Siguiendo a Lebaron, los responsables somos todos. Como sociedad hemos sido permisivos, omisos, incongruentes y pasivos ante un crecimiento inusitado de las conductas que atentan, en sus diversos niveles de gravedad, en contra de la vida en comunidad, y ante ello, con sus excepciones, simplemente hemos cerrado los ojos.
Pero es obvio que la autoridad tiene un alto grado de responsabilidad, solo que en la distribución de ésta, la administración federal carga con la mayor cantidad por tratarse de ilícitos de su exclusiva competencia, que al desbordarse y ramificarse vulneran de tal forma el orden social que se convierten en asuntos de auténtica seguridad nacional.
Sicilia hizo bien en recorrer el país, porque provoca esa reflexión y evoca la necesidad que existe en el resurgimiento de la conciencia social, solo que al responsable lo tenía a unos pasos en los Pinos: ahí pudo pedir su renuncia, ahí pudo demandarle mayores recursos para la educación universitaria, ahí pudo insistir en el nuevo modelo económico de distribución de la riqueza, ahí pudo exigir la salida del ejército de las calles.
Lo demás se convirtió en un elemento de posicionamiento mercadológico con tintes políticos y electorales, en vísperas del 2012.
Lo importante es ese despertar de la conciencia social, capacidad reflexiva de revisar nuestro entorno y ver como individuos, en forma crítica, que estamos haciendo para mejorarlo.
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