Es sumamente complicada la situación del Presidente Felipe Calderón cuando la seguridad pública no es el único problema que debe enfrentar en lo inmediato. La economía está sufriendo una recesión que complica una explicación frente a una oferta inicial de sexenio de mejoría en las condiciones de vida de la población, específicamente con empleo, debido a una constante en el comportamiento de la desocupación y la subocupación.
La Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos tiene razón: el estancamiento económico agudizará el comportamiento del empleo, ante la ausencia de políticas integrales desde el sector gubernamental federal, en un empecinamiento de modelo económico que incrementa la disparidad en la distribución de la riqueza.
El empleo es el principal impulsor de la mejora de las condiciones de vida de la población; el problema es que el presidente del empleo no ha podido con sus promesas de campaña.
De acuerdo al Instituto Nacional de Geografía y Estadística las cifras de desempleo en México para el pasado mes de octubre, última actualización de la información, son del 5 por ciento, con una mejoría porcentual de .68, que la coloca al nivel de enero del 2009 y abril del 2011: la cuestión es que los porcentajes dicen poco, cuando en términos absolutos hablamos de un incremento del desempleo con 2 millones 480 mil 290 personas en estas condiciones.
Un signo más del debilitamiento del mercado laboral se encuentra en el aumento de la subocupación.
Para octubre del 2011, la tasa de subocupación se encontraba en los 9.2 puntos porcentuales, 4 millones 604 mil 281 personas, que han tenido que buscar actividades económicas distintas a su actividad original. Están haciendo otra cosa diferente para la que están capacitados con el fin de sobrevivir. Están subempleados.
A estas variables, desempleo y subempleo, debe sumarse la actividad informal. Un 28.7% de la población económicamente activa se encuentra en estas condiciones. Estamos hablando de 14 millones 229 mil personas laborando en una situación de franca desventaja de seguridad social, bajos salarios, e inestabilidad laboral.
Por lo tanto, hay dos millones y medio de personas sin empleo, 4 millones y medio de personas que realizan una actividad distinta a su capacitación y 14 millones en el empleo informal sin ningún tipo de seguridad social: no la tiene fácil el presidente Calderón con 20 millones de personas económicamente activas en estas condiciones.
A estas cifras deben sumarse las personas que dependen de ellas. Si fueran dos en promedio, estaríamos hablando de cuarenta millones de mexicanos.
Súmese el raquítico aumento salarial autorizado recientemente por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos del orden del 4.2%, que rige las percepciones económicas de la mayoría de los 46 millones de trabajadores ocupados formalmente.
Un aumento ridículo, como ya lo apuntaba con tino el gobernador de Chihuahua César Duarte.
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