Columna de análisis crítico

martes, 24 de febrero de 2015

Exceso de libertad

Los periódicos constituían, hasta hace unas décadas, el único vehículo periodico y cotidiano de comunicación. Primero la radio y después la televisión, desplazaron al periodismo de imprenta, por su gran capacidad de cobertura e inmediatez, características que adheridas a la posibilidad de interacción, terminaron por perfeccionarse en el internet. Al final, la red mundial termino por derrotar las barreras de la comunicación tradicional, la imprenta y la radio difusión.

Sin embargo, en una primera etapa, los ciudadanos recibían información por los periódicos, y a ellos se limitaban en sus afanes de búsqueda. Eran la única vía masiva de búsqueda y transmisión de información. La radio y la televisión significaron un avance, pero únicamente aportaron elementos de mayor difusión e inmediatez. El verdadero cambio llegó con el internet. Los ciudadanos se volcaron a la búsqueda, acceso, y divulgación de información.

No podría entenderse el segundo párrafo del artículo sexto constitucional sin la internet, cuando garantiza en toda persona la garantía de buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole. De hecho, su incorporación obedece a la primera gran reforma en materia de transparencia, cuando -siguiendo el modelo chihuahua- se estandarizó la materia en busca de acabar con la discrecionalidad en el acceso a la información, reduciendo tiempos y generando -con sus excepciones- un procedimiento más expedito.

Empero, la reforma en transparencia tuvo como asidero el internet: a través de esta vía, cualquier persona tiene acceso a la información existente en los sujetos obligados, puede plantear solicitudes, o incluso inconformarse hasta obtener una resolución. Es el internet la principal vía para ejercitar la transparencia como un mecanismo de auto control gubernamental, necesario e indispensable.

Por ello, el internet se convierte en invaluable escudero de la garantía constitucional de buscar información, divulgarla y leerla, espacio para el desenvolvimiento de personajes activos y pasivos de la información, binomio clave para destruir abusos de poder, canonjías y corrupciones.

En este sentido, el internet se hipervalua: escaparate máximo de libertad, al grado de incurrir en abuso y exceso: el anonimato protege y permite cualquier diversidad de expresiones, algunas francamente censuradas por la moral colectiva e incluso por el derecho nacional e internacional, gozan en la red de completa impunidad, impulsadas por el pensamiento liberal y progresista de hoy y censuradas por ellos mismos, elevados a la categoría de fuerzas conservadoras del status quo: lo que hoy son derechos inalienables del pueblo, mañana son comparsa golpista.

Esa inmediatez, espontaneidad, y exceso de información, son a la vez, la principal sombra y humo sobre la información. No hay análisis adecuado. La información surge a borbotones, desordenada, inconexa, sin dirección. La información deja de ser dato, deja de tener significado y solo abulta el imaginario colectivo, extraviándolo.

Por ello la internet, con todos sus atributos y virtudes, deja mucho que desear. Me dicen sus defensores que el internet es un pizarrón público y cada persona construye en él de acuerdo a su pensamiento. También que de él se obtiene mucha basura de información pero también el dato acertado. Es cierto.

El internet es solo un instrumento. Debemos hacer un uso adecuado de él.

En esto se diferencia el internet de la prensa escrita y los ejercicios en televisión o radio. La responsabilidad de ofrecer acceso a la información a través de profesionales marca una abismal diferencia con el internet, pero a la vez es su principal virtud, por su vertiente de excesiva libertad y su carácter multifacético de principal carretera de la información.

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lunes, 16 de febrero de 2015

Órganos de propaganda

La oportunidad es un elemento indispensable del periodismo moderno, obligación del medio de comunicación y derecho de las audiencias que esperan contar con información oportuna para conformarse una opinión.

Tan indispensable es la oportunidad, que los mismos medios de comunicación que incumplen con ella en su contenido, se ven rebasados por el resto de los medios que encuentran en este atributo la diferenciación indispensable frente al resto de sus competidores en el mercado informativo.

Es cierto que la misma Constitución mexicana señala como derecho de las personas acceder a la información de manera oportuna, con mayor precisión en su artículo sexto, sin embargo, más que atender a esta obligación, que sería difícil de sancionar en su incumplimiento por lo equivoco del término, el periodista y el medio de comunicación atienden más que todo a la fuerza de su compromiso ético y a la natural competencia existente en ese mercado.

Sería un exceso de intervención del Estado inventar un catalogo administrativo, civil o penal para castigar la ausencia de oportunidad en la información publicada en medios de comunicación, porque, ¿cómo sería esto? ¿Una noticia de ayer dejó de ser oportuna? o, ¿una noticia ya difundida en radio, televisión o Internet, dejó de ser oportuna para la prensa escrita? Aún más: ¿una noticia de ayer ya no puede ser discutida en espacios editoriales o mesas de discusión, como el extinto Tercer Grado, que analizaba temas de la semana?

La respuesta se encuentra en que los temas jamás dejan de ser oportunos para su discusión, cuando el periodista a través del medio de comunicación encuentra un ángulo novedoso, oportuno: de esta manera, una noticia de hace ya varios años recobra notoriedad cuando se vincula a un personaje actual, o sale a la luz un dato que jamás se discutió o ventiló.

Mucho del secreto de la oportunidad de los temas periodísticos se encuentra en la creatividad del periodista, en busca de presentar al lector, mediante la investigación, una nueva visión, con base en la profundidad del análisis. Esta es una apuesta, por ejemplo, para el periodismo semanal o mensual, que mediante un equipo de expertos periodistas retoma los temas olvidados por los medios masivos de comunicación, como periódicos, televisión, radio o Internet, y los coloca de nuevo en el escenario periodístico.

Un medio de comunicación que se olvida de la oportunidad en sus contenidos, pierde terreno valioso frente a otras empresas que si lo atienden, porque los lectores con su pensamiento crítico y la velocidad de la información, perciben cuando se enfrentan a una información retrasada: la sanción ante ello no es otra que dejar de adquirir, observar o escuchar al medio de comunicación responsable, con la consecuente afectación en circulación y su impacto publicitario.


Es cierto que cuando hablamos de oportunidad, siguiendo al diccionario de la Real Academia Española, hablamos de coyuntura, conveniencia de tiempo y lugar, y cuando nos referimos a lo oportuno, es aquello que se hace o sucede en tiempo y a propósito, y cuando conviene; es decir, de la información que acaba de ocurrir, que es reciente, y que sin perder tiempo el periodista a través del medio la transmite.

Resulta ajena a la oportunidad periodística el aprovechamiento de coyunturas o la planeación a propósito de la información, en la cual subyace un interés político o económico, o de cualquier otra naturaleza, más allá del interés periodístico por transmitir información con motivo de fechas o acontecimientos cíclicos.

Un periodismo ético jamás se presta al juego político para sancionar rivales o evidenciar fallas, haciendo eco a posiciones ajenas a la información oportuna, necesaria para conformar opinión crítica, indispensable en la construcción de un Estado democrático: un medio de comunicación que se coloca en ese papel adquiere un matiz de mero órgano de propaganda: contrario a ello debe ser un foro a donde concurren –y chocan- las diversas opiniones e ideologías.

Por ello un periodismo ético y profesional, cuando recibe información de interés para la comunidad, sin dilación debe publicarla, previa confirmación a través de diversas fuentes, y el obligado contraste o derecho de réplica, evaluando el mayor o menor beneficio de transmitir el dato atendiendo el derecho inalienable de las audiencias por acceder a la información.



lunes, 9 de febrero de 2015

Pluralidad: imperativo ético

Partiendo de la base de que la pluralidad es obligación constitucional, legal y ética de los medios de comunicación, debe revisarse hasta donde y en que momento cumplen ellos con este imperativo, al abrir sus páginas o espacios, electrónicos o cibernéticos, a la opinión plural y necesariamente contrastada.

Es decir, la constitución en su artículo sexto impone la obligación de pluralidad a los medios de comunicación al establecer que toda persona tiene derecho al libre acceso a información plural y oportuna, así como a buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole por cualquier medio de expresión.

Legalmente la obligación se refiere particularmente a los medios de comunicación radio y televisión, y proviene del diverso articulado que compone la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, más especifico, del apartado atinente a los derechos de la audiencia.

Desde el punto de vista ético, los medios de comunicación están obligados, y así lo señalan múltiples y diversos códigos de ética de prestigiados medios de comunicación locales, nacionales e internacionales, que obligan moralmente al uso adecuado y estricto de las técnicas periodísticas, siempre buscando el contraste informativo.

¿De que grado o nivel de pluralidad estamos hablando? Más bien dicho, ¿Cómo debe entenderse esa pluralidad? A nivel macro o micro. Es decir. Puede decirse que el lector tiene la oportunidad de nutrirse informativamente de diversos medios de comunicación y de esa manera se le garantiza su acceso a información plural, ya que cada medio informativo tiene una visión periodística e ideológica, expresa o tácita.

O bien, puede pensarse en que cada medio de comunicación, sea de la naturaleza que sea, radio, televisión, prensa o periódicos digitales, tiene que ser obligadamente plural. Esto es, sus contenidos, desde una nota informativa, una entrevista o crónica, deben ser plurales o contrastados. No cumple un periódico con este nivel de pluralidad cuando de un fenómeno solo interroga y plasma la opinión de una parte y no de la contraparte.

Creo que los periodistas y los medios de comunicación deben aspirar a cumplir con este nivel micro de pluralidad: contrastar siempre su información, y de esta manera proporcionar pluralidad a sus lectores, radio escuchas o televidentes. Es cierto que muchos medios primero, un día, publican la opinión de una parte y al día siguiente insertan la opinión de la parte contraria o diversa. Me parece que es una técnica aceptable pero que en principio vulnera esa pluralidad inmediata.

Es cierto. No siempre es posible encontrar esa opinión contrastada, por impedimentos mil que pueden presentarse. Estas dificultades que no hacen posible presentar la otra opinión, deben describirse en el mismo cuerpo de información, por ética profesional y explicación al lector.

Puede defenderse el punto de que la obligación constitucional y legal –en este punto legal para radio y televisión únicamente- de que un ciudadano no puede quejarse en contra de un medio de comunicación por su parcialidad, cuando tiene la posibilidad de un amplio y variado espectro de medios que dotan de pluralidad al contenido informativo, todos los cuales están a su alcance.

Me parece que forma parte de la necesaria libertad de expresión y pensamiento, que los medios de comunicación adopten una determinada línea editorial, y a partir de ahí censuren actos o hechos del acontecer político, social o económico, línea editorial que al final se plasma en encabezados, sumarios, cuerpo de nota, fotografías, espacio y ubicación de la información.

Pero también, por imperativo técnico y ético, los medios de comunicación deben apegarse a los géneros informativos, donde la pluralidad es elemento esencial en una adecuada noticia contrastada, y por si misma es ingrediente necesarísimo en la diversidad de plumas editoriales que deben nutrir una publicación o espacio radioeléctrico.

Es cierto que un elemento que afecta la pluralidad, como otros aspectos esenciales del ejercicio periodístico, es la velocidad y oportunidad de la información: los medios de comunicación cada día compiten en términos de celeridad para llevar al lector la información, y esto hace que muchas veces, en aras de ganar la noticia u obtener la primicia, se vulnere el principio de pluralidad.

Por supuesto esto no debe ocurrir. A final, Internet, medios impresos, radio o televisión, gozan de peculiaridades que las hacen distintas y por ello, no resultan competencia directa, porque uno es inmediato y multimedia, el otro ofrece voz, grandes y lejanas audiencias, el otro tiene profundidad y esta impreso, y el último ofrece voz, imagen y grandes audiencias. Por lo mismo, creo, que el resto de los medios hace mal al adoptar la superficialidad de la noticia que el Internet ha implementado como recurso para enfrentar la dificultad de la velocidad e inmediatez.

Pienso que sí se debe atender al imperativo “pluralidad” que garantiza nuestra constitución. Pero más importante es apegarse al criterio ético basado en la auto regulación y desempeño técnico impecable a través de los géneros periodísticos, antes de obsequiar el mérito a una coacción jurídica que debe ser excepción y no regla, porque en su camino puede dar paso a múltiples atropellos a la libertad de expresión y de imprenta.












domingo, 1 de febrero de 2015

Pluralidad y ética

Eticamente, los medios de comunicación, sin importar si son concesiones del Estado o desarrollan sus tareas mediante la organización comercial, periódicos, revistas o panfletos de cualquier índole, están obligados a la pluralidad de sus contenidos.

Esto es así, porque el ejercicio periodístico exige de quienes lo ejercen una posición que permita al lector contrastar ideas y, de esta manera, formarse opinión en relación con hechos y aconteceres de la vida comunitaria en sus acepciones política, cultural, social y económica.

Este ejercicio periodístico ha desarrollado una técnica que garantiza a los lectores la recepción de información plural. De esta forma se han creado y perfeccionado los géneros de noticia y opinión, distintos unos y otros por su objetividad o subjetividad respectiva.

La noticia es el género elaborado por un especialista que se ha denominado reportero, que observa, indaga, contrasta y redacta información, de diversas fuentes, con una redacción objetiva, impersonal, con datos que reflejan opiniones contrastadas y la verificación que la observación proporciona de hechos que son descritos.

Contrario a la noticia, el género opinión, a través del editorial -y con cierta licencia los híbridos artículo, crónica, y reportaje- tienden a la subjetividad. Es la opinión personal de quien ejerce su derecho a la libre expresión y manifestación de las ideas. 

El editorialista no esta sujeto a la pluralidad ni a la objetividad como el reportero: más aún, esta obligado a la subjetividad, a la defensa y propagación de su forma personal y peculiar de observar y comprender la fenomenología comunitaria.

Sería un absurdo pedir a los editorialistas un punto de vista plural, como lo sería pedirle a un reportero en la redacción de sus noticias un escrito sesgado por un solo punto de vista. Es cierto que ambos extremos en ocasiones acontecen: existen editorialistas plurales como existen reporteros que solo transmiten un punto de vista y no contrastan. Es obvio que es mejor contar con editorialistas plurales que reporteros parciales. Sin embargo, ambos supuestos son justificables en un quehacer complejo, que esta tutelado desde el punto de vista ético por la auto-regulación.

Estoy de acuerdo. Esa auto-regulación a veces es insuficiente, aunque debiera serlo. Por ello la constitución mexicana establece en su segundo párrafo del artículo sexto el derecho que toda persona tiene de acceder a información plural y oportuna, así como a buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole por cualquier medio de expresión.

Como observamos, de la primera parte del artículo surge la duda acerca del cumplimiento del derecho de acceso a información plural, por la simple existencia de una variedad de medios de comunicación electrónicos, impresos y digitales, o bien, si es necesario que cada uno de estos sea particularmente plural; o más bien dicho, que cada información divulgada sea plural.

Creo que la obligación-derecho constitucional se cumple con la diversidad plural de medios de comunicación, pero que desde el punto de vista ético requiere instrumentalizarse en la particularidad de los contenidos, de acuerdo al género periodístico, noticia o editorial, esto hablando en general de los medios de comunicación, bajo una visión de que siendo deontológica la obligación no importa sanción alguna por parte de la autoridad.

Ahora bien, tratándose de los medios de comunicación concesionados, obedecen a una lógica distinta, toda vez que representan el usufructo de bienes propiedad de la nación y por ello, están obligados a una serie de restricciones más severas, desplegadas por medio de una ley federal de telecomunicaciones y radiodifusión, que en su apartado relativo a los derechos de las audiencias, impone la pluralidad y veracidad de información, el pluralismo ideológico, político, social, y cultural, y linguistico así como la prohibición a todo tipo de discriminación.

Es decir, en el caso de la radio y televisión concesionadas, además del apartado ético, están obligadas legalmente, en beneficio de la audiencia, a una serie de condiciones que garanticen esa pluralidad, y que como se entiende, esa pluralidad no se agota con la existencia de estaciones de radio diversas en su contenido ideológico, político o social, sino que, estoy convencido, en su unidad mínima -noticias, programas- debe atender a una diversidad y equilibrio de contenidos y puntos de vista, lo cual se logra con creces cumpliendo estrictamente con la técnica periodística.

Esa pluralidad y diversidad, acotada ética y, en algunos casos, por la misma ley, permite el desarrollo del pensamiento crítico, indispensable para el fortalecimiento de la democracia, como una forma de gobierno y de conducta social, marcada por la tolerancia y la no discriminación, principios que debe atender la misma autoridad al momento de enjuiciar a los medios de comunicación electrónicos, como afortunadamente se desprende de diversas ejecutorias del tribunal electoral federal, que tutelan la libre expresión de las ideas y el ejercicio periodístico a las intentonas de coacción.

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